A la prensa cada vez le gusta más hacer preguntas a los psicólogos sobre temas de la vida cotidiana, sobre todo si se trata de la vida cotidiana infantil: qué opinamos sobre los deberes, sobre las extraescolares, sobre el uso del móvil por parte de los niños, etc.
Ahora que se acerca la Navidad, ya he visto algún artículo y reportaje sobre lo regalos. La pregunta no me sorprendió, porque no es nueva. Lo que me sorprende es que la sigan planteando, que sigan preguntando a los psicólogos por cuántos regalos debe recibir un niño.
¿De verdad hay alguien que pueda responder a eso y acertar? Lo cierto es que admiro la valentía de los que se atrever a decir un número, lo hacen con tanta seguridad que me pasma.
Por supuesto, cada uno dice una cifra y tiene su propia teoría, lo que me hace sospechar que su respuesta se basa más en su experiencia personal que en su sabiduría profesional (algo lógico por otra parte porque ¿se ha estudiado este tema del número de regalos en profundidad? Si alguien sabe de alguno, que lo ponga en los comentarios).
Unos dicen que no más de tres, otros que sólo uno y el año pasado ya vi la regla de los cuatro regalos: algo de ropa, algún libro, algo que necesitan y algo que quieran. Me recordó a la tradición de la novia en las bodas americanas (algo prestado, algo nuevo, algo viejo y algo azul). De hecho, me temo que comparten la misma base científica.
Lo que no me gusta es esto de meter a todos los niños en el mismo saco, ese afán de generalizar toda la infancia porque ¿Y si al niño/a en cuestión no le gusta leer? ¿o tiene un armario ropero que ya quisieran muchos adultos? ¿quién decide qué es lo que necesitan? ¿ellos o los padres? ¿3 regalos pero importa el precio? Es decir, 2 regalos de 50 euros valen por uno de 100, por ejemplo?
Imagina que esta misma pregunta la plantean pero en vez de niños ponemos “mujeres”. ¿Cuántos regalos debería recibir una mujer por Navidad? ¿No suena ya de por sí un pelín raro? ¿alguien se atrevería a dar una cifra? Bueno, seguramente sí, que gente osada la hay en todas partes.
Lo que quiero decir es que a los psicólogos nos gusta generalizar demasiado y me preocupa la imagen que eso da de nosotros: que tenemos fórmulas mágicas para todos o que no somos más que unos charlatanes con estudios.
Es cierto que en terapia usamos a veces las mismas tareas para varios pacientes pero siempre las planteamos de manera personalizada. Como si tuviéramos el patrón pero el traje se hace a medida.
Las generalizaciones así tan a lo bruto como decir que todos los niños deberían recibir tres regalos, ni más ni menos, son peligrosas por ambos lados:
Los padres que se la creen piensan que no tienen criterio para tomar ese tipo de decisiones para criar a sus hijos.
Los que no se la creen, tendrán una visión negativa de los psicólogos y pensarán que no decimos más que tonterías.
La verdad, no sé cuál de las dos opciones me da más miedo, pero creo que la primera puede acarrear peores consecuencias a la larga.
Si a mí me preguntasen que cuántos regalos debe recibir un niño por Navidad, mi respuesta sería: “No lo sé, no los conozco a todos. Mejor preguntad a los Reyes Magos que esos son los verdaderos expertos en la materia”
¿Y quiénes son los Reyes Magos? Pues eso, preguntadles a todos ellos.
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