Si tenemos muchas tareas en la cabeza, no sabremos cuál elegir.
¿Qué le mando? ¿un autorregistro? ¿relajación? ¿una técnica paradójica? ¿escribir? ¿nada?
Es uno de los peligros de ir “coleccionando tareas”, que si no sabes utilizarlas bien, te puedes aturullar y acabas por plantearle las ocho mil ideas que tienes en la cabeza al paciente (que no hará ninguna porque no estarán bien planteadas).
La psicología de mercadillo no suele funcionar.
Ya sabes, esa de: puedes hacer esto o esto o lo de más allá. Que tengo de “tó.”
Así planteado, no.
Yo sigo varios criterios para escoger una tarea u otra. Pero cuando tengo dos opciones que son igualmente válidas, siempre sigo un principio básico.
Una sola norma que me hace simplificar las elecciones, y además me ayuda a ganar tiempo y margen de maniobra.
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