Cada vez que una persona está con nosotras en una primera entrevista, le describimos nuestras marcas de contexto. Entre estas marcas, está la de que trabajamos en equipo.
Aunque cada vez más gente ya conoce nuestra forma de trabajar, lo normal es que tengamos que explicarles a las personas que acuden a consulta el porqué hay una cámara de vídeo en la consulta y el porqué hay otra persona en otra habitación observando lo que ocurre en la terapia.
Así que de esto va el post de esta semana, de explicarte cuáles son las razones por las cuales nos gusta trabajar en equipo (en ese otro post ya te contamos las desventajas de este sistema, por si quieres ver las dos caras).
No estamos solas
Y no hablo de miedo a una agresión, no. Hablo de sentir que tienes a una persona detrás, profesional, que te va a echar un cable si en algún momento no sabes qué decir o qué hacer. Por otro lado, el sentirnos observadas hace que trabajemos mejor, que no bajemos la guardia y que estemos más concentradas en lo que ocurre en la terapia. No recuerdo cómo se llamaba ese efecto (si quieres, puedes ponerlo en los comentarios) pero yo lo noto un montón. Trabajo mucho mejor si hay alguien al otro lado que si estoy sola.
100% de atención
No nos distraemos en escribir la historia, por ejemplo. Eso es el trabajo del equipo, así que nos ahorramos la incomodidad de estar hablando con alguien y tener que escribir al mismo tiempo, o de tener que dedicar un tiempo extra sólo a escribir después de cada sesión.Así es, con el trabajo en equipo ahorramos en tiempo y además podemos poner todos nuestros sentidos en las personas que acuden a nuestra consulta.
Supervisión mutua
Aunque ya llevamos un tiempo haciendo terapia, todavía nos queda mucho por aprender y, entre dos es más divertido hacerlo, estamos más motivadas para seguir mejorando y así evitamos estancarnos y quedarnos con “las cuatro cosas que siempre funcionan” (no es verdad, no existen estas cuatro cosas, pero para que me entiendas). Además, poder supervisar una sesión habiéndola visto en directo es mucho más sencillo y más rico que hacerlo de la manera tradicional, con el terapeuta hablando del caso pero sin conocer a las personas ni haber escuchado “las palabras exactas.”
Reflexionamos más
Hacer una pausa para hablar entre nosotras mejora mucho la calidad de nuestra intervención.
Tener que poner en palabras lo que estamos pensando sobre el caso requiere que lo elaboremos mucho más y que no digamos lo primero que se nos pasa por la cabeza.
A veces me ha ocurrido que tenía una idea genial y, a medida que se lo contaba a mi compañera me daba cuenta que no tenía nada que ver con el caso o que era bastante improbable que funcionase. Sin que mi compañera dijera nada, sólo por el hecho de contárselo ya me hizo pensármelo dos veces antes de hablarlo con los pacientes.
Nuevas formas de intervención
La terapia ya no es cosa de dos partes (terapeuta y paciente/s) sino de tres: terapeuta, pacientes/s y equipo. Así que podemos jugar mucho con este tercer miembro y sacarlo “al ruedo” si es necesario. Puede ser que la terapeuta que está detrás de la cámara entre en consulta, o que llame por teléfono a la otra para darle un mensaje o muchas más variantes que darían para otro post.
Hasta aquí nuestra razones por las cuales trabajamos en equipo, que podríamos resumir en dos: Más eficaz y más divertido. ¿Y tú? ¿trabajas en equipo o en solitario?
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