Desde hace varios años se ha puesto de moda la frase: “tienes que salir de tu zona de confort”. Ya es casi toda una institución en el mundo del coaching y de los libros de autoayuda.
He conocido gente que la repite casi como un mantra: “tengo que salir de mi zona de confort”, “para mejorar hay que salirse de la zona de confort”, o mejor aún: “hago esto para salirme de mi zona de confort.”
Esta última frase ya es el no va más, lo que yo entiendo que es un medio (salir de la zona de confort) para conseguir un objetivo (ganar más dinero, ser más feliz, lo que sea) se convierte de pronto en un fin en sí mismo: salirse de la zona de confort para pasar el menor tiempo posible en ella porque, por lo visto, esa zona es la causa de todos los males.
Pero dicho así, “zona de confort”, en realidad suena bien, a confortable, a que estás a gusto ¿para qué te vas a largar de un sitio en el que te encuentras bien? Yo no querría. En todo caso, me gustaría que ese sitio fuese más grande cada vez. Vamos, que lo que me gustaría a mí no es irme de la zona de confort sino que ésta se hiciese cada vez más y más grande.
A ver, y corregidme si me equivoco, la utilidad del concepto “zona de confort” es cuando dicha zona deja de ser “confort”, es decir, cuando la persona ya no está a gusto donde está y necesita cambiar para estar mejor.
Pero entonces ya no está en “la zona de confort” sino en la “zona de falsa seguridad” o “zona de la apatía”. Ahora que lo estoy escribiendo, la verdad es que así no suena nada bien, queda mejor lo de confort.
Tengo la sensación de que esto de la zona de confort es un término nuevo para referirse a un concepto viejo: que cambiar cuesta pero que si quieres un resultado diferente, no puedes estar haciendo siempre lo mismo. Visto así no está mal, hasta tiene sentido. Sigo sin ver muy claro el término confort pero lo podría dejar pasar.
El problema es lo que dije al principio: cuando el medio se convierte en fin.
Cuando una persona se obsesiona con que tiene que hacer siempre algo nuevo, con que tiene que ponerse a prueba todo el rato, “superar sus límites”, porque si no, tiene la sensación de que “no lo está haciendo bien”, es cuando hay un problema.
A veces hay que pararse a pensar qué queremos y que si estamos muy a gusto en casa, no tenemos por qué salir de fiesta sólo porque se supone que es lo que tenemos que hacer.
Es como si dijéramos: si no te gusta, si te vas a sentir incómodo, hazlo. Es absurdo, pero creo que es como lo está entendiendo mucha gente el concepto este de “zona de confort.
Soy consciente de que para conseguir resultados distintos, hay que hacer cosas diferentes, pero estas cosas no tienen por qué ser necesariamente incómodas o desagradables.
Es más, en ocasiones incluso es al revés, no hay que hacer nada y lo mejor es volver un poco la vista hacia uno mismo y ver qué es lo que nos gusta de nuestra vida que queramos que continúe: qué parte de la zona de confort sigue siendo de confort, no sé si me explico.
Si te paras a pensarlo un momento, y llegas a la conclusión de que no estás tan mal, tal vez cambiarlo todo a lo loco no sea tan buena idea.
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