Hace meses vino un pareja de padres muy preocupados por su hijo adolescente. Por lo visto había empezado a consumir cannabis, a faltar a clase, a suspender en el Instituto y a mentirles. Para estos padres fue un cambio que les cogió de sorpresa ya que hasta entonces había sido un niño “buenísimo.”

En un momento de la entrevista, la madre estalló y se echó a llorar. Empezó a decir que “ella era la culpable de todo y que tenía que haberlo visto venir.”

Algo había fallado en la sesión para que ella llegase a pensar eso. Así que tuvimos que parar la conversación y centrarnos en su culpa, trabajarla para convertir esa culpa negativa en una responsabilidad útil.

Este caso me viene muy bien para explicar la diferencia entre culpa y responsabilidad.

Diferencias entre culpa y responsabilidad

Aunque puedan parecer sinónimos, culpa y responsabilidad no son lo mismo. En psicología, el lenguaje lo es todo y a veces recurro a la RAE para explicar los matices de las palabras, y la importancia de saber utilizar el vocabulario adecuado. Los matices son importantes, y nos pueden ayudar a encaminar una terapia hacia el inmovilismo o hacia las soluciones.

Según la RAE, “culpable” es alguien que tiene la culpa de algo (y culpa es una imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta) mientras que “responsable” es una persona obligada a responder de algo o por alguien.

¿Veis la diferencia? Una persona culpable de algo suele ser también responsable de lo mismo pero una persona responsable no siempre es culpable.

Me explico: Si un menor infringe una ley, es responsabilidad de los padres responder por ello (por ejemplo, pagando la multa) pero no quiere decir que sean culpables de nada. El delito sigue siendo del menor.

Otra diferencia, esta vez más sutil. La culpa es algo que se tiene mientras que la responsabilidad es algo que hay que hacer. Lo primero invita a quedarse sin soluciones mientras que lo segundo invita a la acción, a resolver problemas.

Por último, esto no aparece en la RAE pero sí constituye una diferencia importante entre responsabilidad y culpa, es que la culpa es una emoción y como tal, no se puede controlar. Si una persona se siente culpable, de poco sirve que le digamos: “tranquila, no pasa nada” igual que es inútil decirle a alguien que está triste que se anime.

La responsabilidad en cambio es una actitud, opera a nivel cognitivo más que a nivel emocional. Por eso, si queremos actuar “con responsabilidad” lo mejor es estar serenos y calmados. Es entonces cuando surgen las mejores soluciones.

Ya lo dice el dicho de “estoy tan enfadado que no respondo de mí.” Así que para ser responsables en esta vida, lo mejor es no tener la cabeza nublada por las emociones.

¿Qué quiero decir?

Pues que para poder ser responsables, tenemos que rebajar el sentimiento de culpa a un nivel tolerable. Si nos sentimos demasiado culpables, nos paralizaremos y no encontraremos ninguna solución al problema.

¿Cómo se hace esto? Lo primero ya lo dije, no restándole importancia a la culpa ni diciendo: “tranquila, no pasa nada.” La idea será manejar la culpa como si lo hiciéramos con cualquier otra emoción: ¿qué quieres hacer con esta culpa? ¿qué será diferente cuando ya no te sientas culpable? ¿hay algo de lo que no te sientes culpable? Etc.

De esta manera no estamos evitando la emoción pero sí trabajando con ella. Cuando ya hayamos llegado a unos niveles tolerables de culpa, entonces sí que podemos comenzar a hablar en términos de responsabilidad, de búsqueda de soluciones y de objetivos.