Hoy volvemos con una nueva entrega de la serie “La nueva psicopatología”, una clasificación de enfermedades mentales carente por completo de rigor científico pero que a nosotras nos resulta útil para la terapia.
Recordad que la idea de esta clasificación no es simplemente describir un conjunto de síntomas que no dejen posibilidad de maniobra a las personas que lo padecen.
El objetivo es crear un compendio de psicopatología con un común denominador: su curación pasa por que el paciente haga algo diferente en su vida. Pueden ser grandes o pequeños cambios, da igual, lo importante es que sea algo diferente a lo que está haciendo… porque lo que está haciendo no le funciona para curarse.
Exceso de cerebro
De esta forma, las personas víctimas de esta invasión cerebral se ven obligadas librar una batalla a muerte dentro de sí mismas por el control de su propio ser. Poco a poco descubren los puntos débiles de ese cerebro invasor y se dan cuenta que, si hacen o dicen determinadas cosas, el cerebro extra se calma…de forma momentánea.
Pero algo es algo.
En realidad, este pequeño cerebro tiene miedo, miedo de que lo expulsen y que no tenga un lugar a donde ir, por eso hace lo que hace. Teme que si pierde el control, lo matarán y no podrá seguir existiendo.
Por esto, el primer paso para la curación de esta enfermedad es acoger a esta pequeña materia gris como uno más, darle un pasaporte y la nacionalidad para que se sienta ciudadano de pleno derecho. Ofrecerle un hogar donde pueda vivir a gusto sin necesidad de armar escándalos. Y si necesita dirigir de vez en cuando, permitírselo pero bajo ciertas condiciones como hacerlo solo a una determinada hora del día o mientras la persona está cantando su canción favorita.
Luchar directamente contra el síntoma en la mayoría de los casos no sirve de nada porque le estás quitando a la persona las armas con las que lucha contra su propio cerebro. Por eso, las intervenciones que van en la línea de modificar el síntoma o externalizarlo sueles ser más efectivas. No se trata de eliminar el síntoma sino de que la persona sienta que vuelve a tener el control sobre su vida.
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