Empecé a aprender psicoterapia cuando terminé la carrera. Si no lo digo así, reviento porque es la verdad.
Ahora a ver cómo lo explico para que me entiendas bien.
Hace ya muchos años que me licencié. No pongo cuántos porque algunos dirán que son un montón y otros que no son tantos. Ya sabes que el tiempo es relativo. Para mí ha pasado una eternidad. Tanto, que apenas recuerdo qué pensaba en aquella época sobre la psicoterapia.
Probablemente no pensaba en nada porque la psicoterapia no entraba dentro de mi mundo, ni siquiera en el académico. De hecho, hasta que hice el practicum y conocí a una PIR, no me había planteado la psicología clínica como una salida profesional para mí.
Así que estuve unos cuatro años y medio vagando por la facultad y preguntándome qué hacía allí. Estudiaba y sacaba buenas notas pero no me preocupaba más allá. Imagino que como la mayoría. Sabía que en la universidad sólo iba a aprender un tipo de verdad, la “cognitivo-conductual” (y la antigua, que la tercera generación todavía no existía).
Sobre las otras verdades, se hablaba muy poco y casi como una anécdota histórica más que como un mapa más. Porque la universidad cree que enseña territorios, pero no son más que mapas.
Y lo peor es que a veces ni siquiera son buenos mapas. Se quedan en conceptos tan teóricos y generales que son difíciles de aplicar en la vida real. Así que si tienes esa sensación y crees que te has equivocado de carrera, no te preocupes, a mí también me pasó.
¿Qué tiene de malo la teoría universitaria?
Que da una falsa sensación de seguridad.
Te lo ponen todo tan claro y esquematizado que parece que hacer psicoterapia es hasta sencillo y luego cuando sales al “ruedo” por primera vez corres el riesgo de que te den la gran cornada.
Son como Telecinco.
Ellos crean las teorías, las comprueban con ellos mismos y debaten luego entre ellos de nuevo. Sólo unos pocos miran al exterior y de esos sí se puede sacar algo. Lo malo es que son los otros los que ponen los exámenes.
No hablan del terapeuta.
Sólo se habla de pacientes y patologías pero nadie me contó jamás que era normal no saber qué hacer ni qué decir cuando te pones por primera vez delante de alguien. Nadie me contó nunca que un terapeuta podía frustrarse o enfadarse con un paciente. Es más, nadie me dijo qué tenía que hacer si eso pasaba. La figura del terapeuta es para la universidad como un mero lector de técnicas, más o menos igual que un robot (de hecho, hasta nos hablaron de robots que hacían terapia).
En conclusión
No te desanimes si crees que la psicoterapia no va contigo. No se enseña mucha psicoterapia en la universidad y la que hay, se parece más a un reality que a la vida real.
Parafraseando a Mulder: La verdad está ahí fuera…de la universidad.
Antes de terminar, quiero pedir perdón. Perdón a todos aquellos profesores que han leído este post y no se han identificado con él. Sé que en la universidad hay mucha gente con talento y que hace lo que puede por cambiar las cosas.
Escribo esta carta porque es la que me hubiera gustado leer a mí cuando estudiaba y estaba preocupada porque pensaba que la desensibilización sistemática o los autorregistros eran las únicas alternativas de tratamiento.
Escribo esta carta porque me parece necesario que la gente lo sepa, que para hacer psicoterapia hace falta saber la teoría, sí, pero también que la teoría es algo más que técnicas. Es también hablar de emociones y de dificultades. Y sobre todo, lo fundamental, es luego la práctica.
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