Una de las ventajas de trabajar en la privada es que puedes hacerlo como te apetezca y yo siempre quise trabajar en equipo así que me parecía absurdo reproducir el modelo que había conocido hasta ahora de trabajo en solitario.
Creo que he tenido suerte, Sabela y yo formamos un buen equipo (tanto, que este post ha sido idea de ella). Porque para trabajar de esta forma no vale cualquiera. El equipo terapéutico tiene que tener unas características concretas para que funcione. Si no las encontráis en nadie, lo mejor es que trabajéis solos, o como mucho con la ayuda de un supervisor en diferido.
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Flexibilidad
Al no tener una visión idéntica de la psicoterapia ni de lo que está ocurriendo en consulta, tanto el terapeuta como su equipo deben tener una mente flexible que les permita aceptar sugerencias y ver otros puntos de vista. De lo contrario, cualquier discrepancia se convertiría en una lucha por haber quien tiene razón y se perdería el objetivo básico que es ayudar al paciente.
Ganas de aprender
Obtener el título de Psicólogo Clínico o el de Psicólogo General Sanitario no nos ha dado el poder del conocimiento absoluto. Por eso, un buen equipo terapéutico es aquel que quiere seguir formándose y aprendiendo y no se quiere quedar estancado en lo que ya sabe. Si tenemos a nuestro lado una persona con estas características, nosotros nos “contagiaremos” de sus ganas de aprender.
Estas son las tres características más importantes. Podría escribir otras como que tenga sentido del humor, que os llevéis bien a nivel personal o que el instinto no os diga: “yo con éste voy a acabar mal” pero no me parecen fundamentales (igual la del instinto sí, pero es demasiado esotérica como para dedicarle un párrafo entero).
En cualquier caso, aunque encontremos a la persona o personas ideales para formar un equipo estupendo, es necesario aclarar todos los términos antes de comenzar a trabajar.
Las marcas de contexto no son sólo exclusivas de la relación entre un paciente y el terapeuta sino que también hay que establecerlas entre el terapeuta y su equipo.
Es necesario establecer de antemano cuestiones como quién toma la decisión final ante una discrepancia de opiniones, en qué momento se hace la pausa, la manera en la que el equipo puede intervenir o no directamente en la terapia, quién atiende al paciente y quién se queda detrás o el reparto de honorarios.
En definitiva, si estáis pensando en montar una consulta y os atrae la idea de trabajar en equipo, yo os animo a ello. He conocido las dos maneras y sin duda alguna el formato equipo gana por goleada al formato “yo me
lo guiso, yo me lo como”, aunque haya que repartir las ganancias.
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