Nuestra consulta de psicología no es como una bar, o como una tienda de ropa en la que uno puede entrar de casualidad para refugiarse del chaparrón, o para ir al baño.
Para empezar, trabajamos bajo cita previa y eso hace que la gente que acude a consulta, en principio, muestra cierta intención de que le ayudemos en algo.
Luego está el hecho de que estamos en un primero y no en un bajo comercial, lo que dificulta la entrada a la gente que viene sin cita previa.
Sin embargo, a veces ocurre. A veces ocurre que tenemos a una persona delante que no tiene la más mínima intención de “comprarnos” nada. Es como si hubiera llegado a consulta por pura casualidad y lo mismo le daba estar con nosotras o en cualquier otro sitio.
La mayoría de estas personas acuden en calidad de acompañante: padres, madres, parejas, primos, sobrinos, abuelos y hasta amigos han acudido alguna vez de esta manera. Con ellos el trato es sencillo: les damos las gracias por acompañarnos y les preguntamos por la visión que tienen ellos de su problema. Con ellos, a veces ocurre que terminan con alguna pauta o consejo para el próximo día, acaban comprando algo, vamos.
Pero de los que os quería hablar hoy no son de los acompañantes sino de personas que acuden solas y estamos convencidas que han llegado por pura casualidad a una consulta de psicología: ni saben muy bien lo que quieren ni saben tampoco si un psicólogo es lo que necesitan.
Ejemplos de lo que estoy diciendo
Un chico que acude porque ha engañado a su pareja y todo el mundo le dice que tiene un problema. Él sólo siente que se ha enamorado de otra persona y nada más. Pero por si acaso piensa: “si todo el mundo dice que tengo un problema psicológico, igual es verdad.” Así que coge y llama para pedir cita.
Otro ejemplo, una pareja que ha decidido separarse pero llaman porque el médico de él insiste en que tienen que intentar arreglarlo. Y llaman, aún teniendo claro que lo mejor para ellos es una separación, que hasta lo han hablado y parece que en eso es en lo único en lo que están de acuerdo.
Así podría seguir con unos cuantos más pero creo que no es necesario.
Sé que hay muchas personas que piensan que “todo el mundo necesita un psicólogo” o que “a nadie le viene mal un consejo de vez en cuando.” Nosotras no somos de esa opinión. No trabajamos sobre traumas ocultos ni sobre el inconsciente.
Si una persona nos dice que se encuentra bien, la creemos, sin más. Y aunque nos encante tener la agenda llena, no queremos hacerlo a costa de ayudar a gente que no lo necesita. Porque creemos que eso les perjudicaría. Seguimos el principio de si la cosa funciona, no la arregles.
Por eso siempre somos claras, si una persona pide cita porque tienen un problema que no sabe cómo solucionar, es bienvenida y nos entregaremos a su causa para que lo resuelva lo antes posible.
Y si nos encontramos con alguien que pide cita pero que está un poco por casualidad, también le damos la bienvenida y la escuchamos atentamente…para después decirle que estamos de acuerdo con él o ella y que en realidad, ellos son los mayores expertos en sí mismos y si creen que están bien, es que lo están.
O si lo que necesitan es una ayuda de otro tipo, también estaremos de acuerdo.
¿Te sabes el chiste “la consulta de un psicólogo es el único lugar donde los clientes nunca tienen la razón”? Pues es mentira, al menos en la nuestra.
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