En 1969 un psiquiatra sueco, Peter Paul Heinemann, paseaba junto a un colegio de su ciudad cuando fue testigo de un episodio de violencia escolar. Publicó el relato de lo sucedido en un periódico logrando conmocionar a la sociedad escandinava y haciendo visible un problema que existía desde siempre en las escuelas y que en ese momento Heinemann denominó moobing.
El término, por cierto, lo tomó prestado de Konrad Lorenz, el etólogo que todos recordamos seguido por esos patitos mientras realizaba sus estudio sobre la impronta. Lorenz usaba el término moobing para explicar un ataque colectivo por un grupo de animales contra un animal de otra especie que usualmente es más grande y enemigo natural del grupo. Veremos más adelante que esta definición tiene algunas diferencias fundamentales con lo que ahora denominamos acoso escolar o bullying.
La publicación del relato de Heinemann supuso el comienzo de un nuevo campo de estudio a principios de los 70. Casi cinco décadas después, en España, según datos de Save The Children, el 9’3% de los estudiantes considera que ha sufrido acoso escolar en los últimos meses y 1 de cada 3 dice haber sido insultado por el móvil. Los datos recogidos por la Fundación ANAR (Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) presentan un incremento de un 75% de 2014 a 2015 de los casos atendidos de violencia escolar. A través de su teléfono de ayuda a niños y adolescentes recibieron 369.969 llamadas de las cuales 25.000 hacían referencia a violencia escolar. De esas 25.000 llamadas, 573 casos fueron contrastados y atendidos como violencia escolar. Los datos oficiales del Ministerio de Educación hablan de que el 4% del alumnado sufre acoso escolar.
No sé a vosotros, pero a nosotras estas cifras nos ponen los pelos de punta.
¿QUÉ ES EL ACOSO ESCOLAR?
Teniendo en cuenta la evolución del problema, que más que solucionarse parece incrementarse con el tiempo, puede parecer que el estudio del acoso escolar esté aún en sus inicios, que sea un campo en el que aún no se han obtenido resultados significativos. Pero nada más lejos de la realidad. Ya en 1978 un psicólogo noruego, Dan Olweus, publicó una investigación titulada La Agresión en las Escuelas: los Bullyies y los Niños Agresivos en la que sentó las bases de todo lo que suponía la problemática del bullying.
Así, desde este trabajo sabemos que el acoso escolar es un tipo de violencia que se caracteriza principalmente porque se produce en una relación de desequilibrio de poder entre el acosador y la víctima y porque se prolonga en el tiempo, repitiéndose una y otra vez y creando en la víctima la expectativa de volver a ser agredido cada día que va al colegio.
Es muy importante tener estas características en cuenta porque no es lo mismo una situación de acoso escolar que una situación en la que se produce un conflicto puntual. Los niños y adolescentes pueden tener riñas, discusiones, peleas…
Decimos que es importante tenerlo en cuenta porque desde el punto de vista de la intervención puede ser nefasto para el niño que los padres o profesores intervengan en una situación de este tipo cuando no sería necesario hacerlo. Si los adultos intervienen en una situación que el niño o el adolescente podría afrontar solo, se corre el riesgo de que el menor se perciba sin recursos y, además, de que empeoremos su imagen delante la clase.
Por ejemplo, imaginemos el caso de un niño que ha tenido simplemente una discusión con un compañero porque éste se ha reído de él. Imaginemos que por cualquier motivo los padres intervienen, hablando con el profesor, con el otro niño o incluso con los padres de éste. Evidentemente lo harían con la mejor de las intenciones, pero si realmente fuese un problema menor, un conflicto entre iguales, su hijo pasaría a ser visto con un niño “mimado” al que tienen que proteger sus padres por nada o el “pelota” de clase que va corriendo junto al profesor para acusar a los demás. Claramente, todo esto interferiría negativamente en la imagen que el niño tiene de sí mismo y en la que los demás tienen de él.
Es importante estar atentos a las posibles señales que los hijos pueden enviarnos si no están bien y si es necesario protegerles, pero sin alarmarnos cuando no lo es, sin intervenir cuando no debemos hacerlo.
MÁS ALLÁ DE LAS AGRESIONES FÍSICAS
Sigamos explicando qué es el acoso escolar. Bien, tenemos un tipo de violencia basado en una relación de dominancia y en su prolongación en el tiempo. ¿Pero en qué consiste esa violencia? ¿Se trata sólo de agresiones físicas? Ni mucho menos.
Entre las conductas que pueden considerarse acoso escolar no sólo se encuentran las agresiones físicas directas, es decir, pegar, que podría ser lo que a todos nos venga a la cabeza inicialmente cuando hablamos de bullying. También se considera acoso escolar a las agresiones verbales (insultar, poner motes ofensivos, hablar mal del niño a sus espaldas), las agresiones físicas indirectas (esconder las cosas de la víctima, robárselas o rompérselas), las amenazas (para meterle miedo o hacerle chantaje), el acoso sexual y la exclusión o marginación social (ya sea de forma activa, no permitiendo que participe en el grupo, o de forma pasiva, ignorándole). De alguna manera, podemos decir, que se considera una conducta de acoso escolar toda aquella cuyo fin sea hacer daño a la víctima.
Y a todo esto hay que añadir una última modalidad de acoso: la que se produce a través de las redes sociales. El ciberbullying. Envío de imágenes o vídeos denigrantes de la víctima, creación de perfiles falsos para realizar las conductas de acoso, comentarios denigrantes o amenazadores en el perfil de la víctima, amenazas a través de las redes sociales o del whatsapp… la lista es infinita.
La violencia que antes se limitaba al recinto escolar ahora llega hasta las casas de las víctimas, haciéndose presente las 24 horas del día, sin permitir a los niños y adolescentes tener un lugar seguro en el que protegerse.
La verdad que el tema del acoso escolar da para mucho. Así que las dos próximas semanas seguiremos contándoos un poco más.
De momento, os dejamos con una pregunta: ¿el acoso escolar es sólo cuestión de víctima y acosador?
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