Mi compañera me ha retado a ver si soy capaz de escribir un post entero hablando de la decoración de la sala de psicoterapia. Yo le dije que encantada de aceptar el reto porque creo que sí hay asuntos que se pueden contar.
Cuando montamos la consulta, estuvimos pensando largo y tendido sobre cómo iba a ser nuestra sala de psicoterapia y aquí os voy a dejar un poco cómo fue nuestro hilo de pensamiento hasta llegar a la sala que tenemos ahora.
A lo largo de estos 11 años trabajando de psicóloga creo que habré pasado por más de una docena de salas de terapia, tanto en el ámbito público como en el privado o en el concertado.
Excepto en la típica sala con diván, he hecho sesiones de terapia en sitios muy diversos: sentada en la cama de un hospital, en un banco de un jardín o en una sala de juegos. Cuando te estás formando o trabajas para otros, tienes que adaptarte a las condiciones que te vienen dadas y es genial para comprobar que tener un buen sitio para hacer terapia ayuda pero no es imprescindible.
Sin embargo, como dije al principio, una vez que nos decidimos a montar nuestra propia consulta, sí le dedicamos un tiempo a pensar en cómo queríamos que fuera nuestra sala de terapia. Aquí un ejemplo de algunas decisiones a las que nos enfrentamos:
¿Sillas iguales o una diferente para el terapeuta?
¿Mesa sí o no? Si es que sí, ¿de qué tipo? ¿redonda? ¿baja? ¿de escritorio?
¿Cómo será la decoración?
¿Dónde vamos a poner la cámara?
Etc.
Al final, el resultado fue el que veis en la imagen de arriba.
Ahora mismo hemos hecho algunos cambios menores pero la esencia del despacho continúa así. Lo cierto es que después de cinco años nos encontramos muy a gusto en él y creo que hemos conseguido que nuestros pacientes sientan lo mismo.
En este post, os queríamos contar cuáles fueron nuestros razonamientos sobre las sillas y la mesa porque fue de las decisiones a las que más vueltas le dimos.
Tipos de sillas
En la mayoría de los despachos tradicionales, la distribución consiste en una mesa de escritorio, con una silla de oficina que tiene enfrente dos sillas más pequeñas. Durante la residencia así son la mayoría de los despachos en los que trabajábamos: el típico despacho de médico.
Como dije al principio, el despacho no es vital para hacer bien o no una terapia pero ayuda mucho encontrarse en un entorno cómodo.
Este estilo de despacho no va mucho con nosotras y nuestra forma de trabajar. Queríamos transmitir una idea de cooperación entre todos, donde cada uno es experto en algo en vez de la idea de que nosotras somos las que sabemos y los pacientes los “ignorantes.”
Así que si vamos a trabajar juntos, lo mejor es que todos seamos iguales, empezando por las sillas. Por lo tanto, nada de una silla importante para la terapeuta y otras más sencillas para los pacientes.
Tipo de mesa
Enlazando con el pensamiento anterior de igualdad entre terapeuta y paciente, la mesa tendría que ir en consonancia.
Al principio nos planteamos incluso trabajar sin mesa de por medio pero descartamos la idea porque nos resultaría raro. Cuando vas de visita a una casa, normalmente suele haber algún tipo de mesa enfrente al sofá o a las sillas. Prescindir de la mesa provocaría que hubiera un espacio demasiado grande.
Además, la mesa es útil para poner unos pañuelos, escribir si es necesario o tener un calendario a mano. Es cierto que tal vez quedaría más alternativo estar sin mesa pero no nos resultaba práctico.
Eso sí, coincidimos rápido en que la mesa tenía que ser circular y por las mismas razones que con las sillas: fomentar la sensación de igualdad y de cooperación entre ambas partes. Por otro lado, si viene más de una persona a consulta, el tener una mesa redonda facilita mucho la conversación.
Y hasta aquí el post de hoy, como ves he cumplido con el reto y eso que no he tocado el tema de la decoración.
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