Propósito para el nuevo año: no hacer propósitos

Psicopatología

Hay poderosas razones que explican por qué somos incapaces de llevar acabo aquello de “año nuevo, vida nueva”. No te engañes, este año tampoco lo vas a conseguir. Y es que los propósitos de año nuevo no son más que una forma de acabar el año tranquilo pensando que vas a cambiar lo que odias de ti mismo. Algo así como el mañana empiezo. Aquí te contamos nuestra teoría acerca de por qué los propósitos suelen quedarse en eso.

1. DEJAR DE FUMAR

Ya está. Decidido. Mañana mismo, día 1 de enero de 2015, dejo de fumar. Claro, justo el día en que los bares se convierten en repúblicas independientes sin ley ni orden, cierran sus puertas y desenpolvan ceniceros. Una cosa es cierta, si has conseguido resistir la tentación este día, el pronóstico es muy pero que muy bueno.

2. DEJAR A ESA PERSONA QUE SABES QUE NO TE CONVIENE.

Ahora le llaman relaciones tóxicas. Y tú sabes que no deberías mantener esa relación, pero es que tampoco estás bien si lo dejas. Total, que el día uno se acabó para siempre. Pero claro, en medio de la nostalgia del año que termina, de la predisposición para demostrar a los tuyos cuánto les quieres y lo que te alegras de haber pasado un año más junto a ellos, en medio de la alegría que dan esas copas a precio de oro… aparece esa persona y acabas despertándote a su lado el mismo día que habías decidido que estaría fuera de tu vida.

3. HACER DIETA

El propósito de no comer nada más que lo necesario y de hacer una dieta basada en alimentos no grasos y con bajo aporte calórico también se viene al traste el mismo día uno. Ese día, el más tonto del año, porque no tienes que trabajar pero no te quedan fuerzas ni para hacer la comida. Ese día en el que no cocinas porque del empacho que tienes no vas a comer nada. Ese día en el que a media tarde tu mirada y tu pensamiento se centran en la bandeja que todavía tiene los restos de esos días de gloria. Y esto no acaba aquí, porque el 1 de febrero vas a visitar a tu abuela y resulta que, encima de su estantería también guarda una rica bandeja de turrones y mazapanes resquicio de una época mejor. Y así es imposible no saltarse la dieta. Y ya sabemos que, una vez comido el turrón, ahora ya…

4. HACER DEPORTE

Siempre me han parecido héroes los que, después de empachos y trasnoches acumulados, salen a correr el día uno. Pero claro, visto desde otro punto de vista, hasta se entiende. Con esa imagen en la cabeza de lo fuerte que uno se va a poner, con esos tenis fosforitos del Decathlon a juego con la malla y el chubasquero transpirable recién traídos por Papá Noel, con ese descanso mental de saberse de vacaciones… el problema viene el día 7, cuando la rutina te devuelve a la realidad de la falta de tiempo, a la realidad del frío que hace con el chubasquero que hace juego con los tenis que se empapan como cualquiera cuando llueve y, sobre todo, a la realidad de que después de 7 días esforzándote al máximo el espejo sigue devolviéndote los mismo michelines, y que la marca de los músculos no aparece por ningún lado.

5. CAMBIAR LA TELE POR LA LECTURA

Algo parecido pasa con este propósito. Las vacaciones y las novedades literarias parece que animan a recuperar esa sana pero olvidada costumbre de la lectura. Todo cambia cuando las 24 horas libres se convierten en dos. Tiempo en el que, a la vez que descansas, aprovechas para planchar la ropa y hacer un boceto mental de lista de la compra.

 6. AHORRAR

Después de revisar las finanzas anuales decides que hay determinados gastos innecesarios que vas a controlar. Pero claro, las navidades no acaban el día uno. Quedan todavía muchos regalos por comprar y muchos amigos de la infancia a los que invitar a una ronda después de un año sin verlos.Y la cosa no acaba aquí. Como los propósitos no son únicos, habrás decidido también apuntarte al gimnasio, Y el bono anual sale mejor que el mensual por lo que haces un desembolso importante. Y ahora al gimnasio no se va de cualquier manera por lo que harás una inversión en materiales de los fosforitos y transpirables. Probablemente seguirás pensando en lo bueno que sería leer, por lo que pruebas a comprar algún otro título por si el problema es que Papá Noel no acertó con tus gustos. Y claro, ya que has decidido comer sano, vas a probar a hacer la compra en esas tiendas ecológicas que tan buena pinta tienen pero que te venden el kilo de tomates a precio de percebes.

En resumidas cuentas, el motivo por el que los propósitos se convierten en frustraciones en vez de en hechos no tiene que ver tanto con la dificultad de lo que nos proponemos como con la creencia de que los cambios no suponen esfuerzo y pueden hacerse de un día para otro y con el nefasto momento que elegimos para empezar. Así que, buenas noticias, mañana no será el último día para hacer todas aquéllas cosas que sabemos que debemos dejar de hacer (o empezar a hacer) pero que tanto cuesta cambiar. ¿Lo dejamos entonces para carnavales?

 

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