El cine es una fuente inagotable de sabiduría para los psicólogos. En mi opinión, es el complemento ideal a muchos libros teóricos porque pueden reflejar tanto los problemas humanos como las soluciones. Sólo hay que saber mirar la película con “ojos de psicólogo” para poder sacarle el máximo provecho. Aquí van cinco propuestas para que las veáis (o volváis a ver) con esa otra mirada de terapeuta, siempre intentando responder a ¿cómo puedo utilizar esto en terapia?
El sexto sentido
Todo el mundo ha visto la escena famosa del niño con la manta hasta las orejas susurrando “en ocasiones veo muertos” ¿verdad? ¿Pero alguien sabe qué es lo que dice Bruce Willis a continuación?. Recordad que era el terapeuta del niño y este le está haciendo una confesión de gran calibre. ¿Qué hubierais respondido vosotros? Pensad que no tenéis esa música de fondo en vuestra consulta.
La aceptación de la realidad del paciente es una máxima que todo terapeuta debe seguir para crear un clima de confianza y seguridad en la consulta que permita un cambio en el paciente. Si cuestionamos lo que dicen los pacientes desde el principio, estaremos haciendo lo que hace el resto de la sociedad, y eso no ayuda.
Plan 9 del espacio exterior
Está considerada como la peor película de todos los tiempos, y quien la haya visto puede dar fe que se lo tiene bien merecido. No hay por donde cogerla, el argumento es absurdo hasta decir basta, la fotografía es infernal, los actores de risa y los efectos especiales catres hasta para la época en la que fue rodada. Si no lo habéis visto, sólo os digo que hay vampiros, zombies, extraterrestres y conspiraciones del gobierno americano: así, todo en uno. Imaginad que esta película es un paciente que viene a vuestra consulta: Es un completo desastre en todos los sentidos, no acierta en nada, la vida le va fatal, tiene una mala suerte horrible… ¿Dónde está la parte positiva? Si conseguís verle algo bueno a esta película, entonces seréis capaces de ver lo “bueno de lo malo” en cualquier persona, lo prometo.
Elling
Esta película trata de dos personas que han vivido en un psiquiátrico prácticamente toda su vida y que son trasladadas a un piso protegido para que se reintegren en la sociedad. Genial ver no sólo las dificultades que se encuentran en el día a día sino el papel que juega el supervisor. En ella se puede ver que lo que para unos sería una mejora en la calidad de vida, para otros es algo que carece de sentido. Por ejemplo: en el piso protegido, los dos protagonistas tienen una habitación para cada uno. En principio esto se puede ver desde la perspectiva de que dos adultos que no son pareja tienen derecho a la intimidad ¿verdad? Pues nadie les preguntó a ellos si estaban a gusto compartiendo cuarto. Un ejemplo más de cómo a veces pasamos de los intereses de los pacientes pensando que sabemos qué es lo mejor para ellos.
La vida es bella
Esta película debería estar en todas las clases de constructivismo que hay por el mundo. Un claro ejemplo de que la realidad no es más que lo que uno se imagina que es real. Es cierto que se lleva hasta un extremo y se pone a un niño como el objeto de “la fantasía” pero en realidad, la terapia no es más que eso: hacer que la visión que tiene el paciente de la realidad cambie para que él pueda manejarla y no le suma en la desesperación. Si para eso nos tenemos que inventar concursos, pues nos los inventamos ¿qué hay de malo en ello?
Inconscientes
Un terapeuta desaparecido es el inicio de esta película en la que su mujer embarazadísima y su hermano intentan encontrarlo por todo los medios. Intriga, humor y mucho psicoanálisis hacen de esta una película fácil de ver pero con un trasfondo terapéutico importante
En primer lugar trata el tema del “insight”: Darse cuenta del porqué ocurre un problema no es garantía de solucionarlo. Es más, muchas veces es contraproducente andar removiendo mucho el pasado y uno puede acabar peor de lo que ya está. En segundo lugar, aparece la cuestión de la profecía autocumplida: si me han dicho que soy homosexual/drogadicto/etc. es que debo serlo aunque nunca me haya sentido atraído por nadie de mi mismo sexo o haya probado las drogas. Por eso me cuido mucho de llamar a un paciente “enfermo,” no vaya a ser que se lo crea.
Y hasta aquí las películas de hoy, si no las habéis visto vedlas, y si no, volved a verlas esta vez con las “gafas de psicólogo” puestas, ya veréis que aprendéis más que en muchas clases de la carrera.
*Fotos de filmaffinty
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