Sobre funambulistas, redes y psicología

Psicoterapia

Imagina que trabajas como funambulista  en un circo y tu número principal consiste en ir de un sitio a otro por una cuerda suspendida a más de 10 metros de altura. Los encargados del circo te plantean varias opciones para tu número. Sólo puedes escoger una de ellas y no la puedes cambiar a mitad de función.

Opción 1: Sin red

Tu integridad física dependería solo de ti. Un paso en falso y se terminó la función. ¿Cómo de seguro caminarías así? Ya es bastante complicado mantener el equilibrio en una cuerda floja como para también tener que preocuparte por si te caes. Estarías más pendiente de esto último que de dar el siguiente paso con seguridad. Tal vez no logres dar un paso o tal vez seas capaz de darlo pero lo más seguro es que si lo haces, te precipites al vacío y se cumplan tus peores temores.

Opción 2: Con plataforma al nivel de la cuerda

Con esta las opciones de caerse son mínimas, la cuerda floja ya no existe porque se puede caminar con comodidad por la plataforma de madera que te proporcionan los jefes del circo. ¿pero qué mérito tiene esto? ¿No te convertiría esto en un payaso en vez de en un funambulista? ¿Qué mérito tiene hacerlo así? No tiene ningún sentido y, en el caso de que escogieras esta opción, tu seguridad estaría garantizada pero nunca jamás sabrás si eres capaz de caminar por una cuerda floja por ti mismo. Si tuvieras que hacer el número muchas veces, cada vez lo harías sin más ganas, porque no le encuentras sentido, o intentarás darle emoción caminando hacia atrás o descolgándote de la plataforma para hacer el recorrido suspendido en el aire y sujetándote con las manos.

Opción 3: Red que va y viene

A veces hay red y a veces no, y tú no controlas el momento en el que aparece ni por cuanto tiempo la tienes disponible. Es algo mejor que la opción uno ¿o no? Puede que seas capaz de lanzarte al vacío cuando veas que hay red pero en el momento en que desaparece ¿qué haces? Probablemente te quedes sin moverte un pelo y maldiciendo a la gente del circo por haberte quitado la red, o rogándoles que la vuelvan a poner. Incluso en un intento desesperado puedes llegar a amenazar con tirarte si la red no vuelve pronto. Además, en cuanto te la pongan de nuevo, intentarás cruzar a toda prisa, aprovechando el momento. Grave error porque al apresurarte te olvidas de que que tienes que mantener el equilibrio y la calma y si fallas, le echarás las culpas a la red, sin darte cuenta que no fue ella la que hizo que perdieras el equilibrio.

Opción 4: Con red

Estás suspendido en una cuerda floja a 10 metros de altura. De ti depende que seas capaz de cruzar al otro lado. Si lo consigues, todo el mérito será tuyo, pero si fallas…la red amortiguará la caída. Con este seguro, puedes concentrarte plenamente en mantener el equilibrio. Puedes parar cuando quieras, no hay prisas, el ritmo lo marcas tú. La red no le resta dificultad a tu “paseo”, no es fácil caminar por una cuerda floja y tendrás momentos en que lo pases realmente mal, pero el miedo nunca será tan intenso como aquel que camina sin red.
¿Qué opción eliges?
En la cuerda floja, como en la vida, vamos mucho más seguros si contamos con una red fiable. Cuando nacemos, nuestros padres nos proporcionan nuestra primera red (eso que los expertos llaman apego) y ésta será la red que usaremos com patrón para confeccionar las demás redes que vayamos teniendo a medida que nos hacemos mayores.
¿Entonces si en la infancia no hemos tenido una buena red, ya no la podremos tener nunca? Pues no, porque siempre queda la opción de cambiar el patrón, copiárselo a alguien o hacer uno completamente nuevo. No es fácil, porque hacer una red de la nada es mucho más complicado. El trabajo del psicólogo a veces consiste en esto, en ayudar a la persona que acude a consulta a volver a tejer una red sólida y fiable que le permita caminar con seguridad por la vida.

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