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¿Cómo estás?
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Voy de camino al psicólogo… desde hace unos meses me orino por la noche y necesito
ayuda. -
Que vaya bien!
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Cómo te fue en el psicólogo?
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Muy bien!
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Ya no orinas por la noche?
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Si, pero ya no me
importa!
Hay profesiones que todo el mundo tiene claro en qué consisten. La psicología no es una de ellas. En otro post hablábamos de lo que no es un psicólogo. Aquí intentaremos describir lo que sí es un psicólogo.
A veces deplorado, a veces mitificado, no hay mucha gente que sepa describir cuáles son las funciones de un psicólogo ni la metodología de trabajo. Yo misma, he ido cambiando mi idea de lo que es un psicólogo desde que ni pensaba en dedicarme a esto hasta ahora.
Antes de decidirme a estudiar psicología, mi idea de lo que era se parecía mucho a la que me encuentro cuando hablo con gente que no ha tenido nunca contacto con este mundo. Esto es, ir al psicólogo consiste en hablar mucho y sentirte escuchado. No está clara la diferencia entre psicólogo, psiquiatra, trabajador social, terapeuta ocupacional o astrólogo.
Ya durante la carrera, me fui dando cuenta de que el psicólogo hacía más que escuchar y dar la razón porque para eso no hacen falta tanto libro y tanto estudio.
Quizás porque la carrera está orientada hacia la investigación y la descripción del funcionamiento normal de las personas, fui haciéndome la idea de que el psicólogo era un experto conocedor del ser humano: cómo procesa la información que entra, cómo queda grabada en la memoria, los cambios cerebrales que ocurren, cómo evolucionamos desde que nacemos hasta la vejez… todo esto, que es muy interesante y en algún momento hasta me planteé que todas las personas deberían conocerlo, seguía sin darme respuestas acerca de cómo los psicólogos resuelven las necesidades de la gente, cómo les ayudan a resolver sus problemas.
Ya en los últimos años de carrera, empezábamos a sospechar que la ayuda a los demás pasaba por una serie de técnicas específicas que habían sido evaluadas por rígidos estándares científicos. Otra cosa era saber qué técnica, a quién y en qué momento aplicarla.
Eso llegó durante la preparación para el examen PIR y los cuatro años de residencia. Esto, junto a un programa de formación en terapia sistémica, me dio por fin la respuesta que buscaba a la pregunta de qué hace un psicólogo y cómo lo hace. Todo psicólogo tiene (o debería tener) en su cabeza un mapa de qué es un problema y de cómo intervenir para eliminarlo.
¿Y qué es un problema?
En psicología, un problema es todo aquéllo que interfiere de forma significativa en la vida de una persona, generando malestar físico o emocional y que carece de una explicación somática. La dificultad para dormir, la necesidad de repetir una y otra vez ciertos rituales, la falta de ganas, la angustia, la mala relación familiar, las discusiones en pareja, el consumo excesivo de una substancia, los conflictos entre padres e hijos, el miedo a la oscuridad… son las formas más frecuentes que tienen los pacientes de describir sus problemas. En función de la orientación del terapeuta, de su mapa, intervendrá de una forma o de otra. Hay muchos mapas: conflictos infantiles como origen de los problemas actuales, estímulos que se asocian a respuestas patológicas, creencias irracionales generadoras de patología, soluciones intentadas que empeoran el problema inicial, estructuras familiares disfuncionales, alteraciones neuroquímicas… cada uno de estos mapas lleva asociada una forma de hacer, una serie de técnicas que han demostrado eficacia para resolver los problemas de la gente.
Hay algunos aspectos que son comunes a todas las formas de hacer y que incluso han demostrado ser más importantes que las técnicas específicas utilizadas. No vale de nada emplear a la perfección las técnicas si se hace de forma automática y sin tener en cuenta la relación terapéutica. Una de las grandes claves de la eficacia de una psicoterapia radica en la capacidad del terapeuta para establecer una alianza terapéutica, un vínculo seguro para el paciente donde la empatía y la aceptación incondicional se imponen a las técnicas específicas. Así que tampoco están totalmente confundidos los que piensan que el trabajo del psicólogo consiste en escuchar. Pero esto también hay que saber hacerlo. Se trata de ponerse en el lugar de la otra persona sin llegar a identificarte con ella y sin dejar que sus problemas acaben siendo propios, manteniendo una distancia esencial para poder ayudar. Consiste también en saber escuchar sus planteamientos sin dejar que las propias creencias interfieran y sin tratar de imponerlas, ayudando a resolver desde las suyas propias.
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