No es ningún secreto que hoy en día la tasa de divorcios y separaciones es bastante más elevada que hace años. No sólo es que la gente se separe más sino que lo hace antes, con menos años de relación a sus espaldas. Tal vez sea porque hoy en día es más fácil separarse o porque las personas ya no estamos dispuestas a aguantar ciertas cosas de una pareja o porque la cultura del usar y tirar ha hecho mella en las relaciones. En cualquier caso, una separación siempre implica cierto grado de sufrimiento y de miedo, aunque estemos completamente seguros de que el no continuar juntos sea lo mejor para ambas partes.
En una terapia de pareja, igual que en una individual, trabajamos con los objetivos que las personas que acuden a terapia desean. La diferencia, es que hay que tratar de llegar a acuerdos sobre dichos objetivos ya que, al tratarse de dos personas, puede que no estén pidiendo lo mismo.
Las discusiones
Discutir en sí mismo no es malo, a veces incluso hasta es saludable. Pero si notamos que estamos cansados de discutir, que hay un tema que se repite una y otra vez como un bucle interminable, o cuando las discusiones son pocas, pero cuando las hay son tremendamente fuertes, es quizás el momento de pedir ayuda.
Discutir menos o discutir de manera diferente puede ser uno de los objetivos de una terapia de pareja.
Los celos
Los celos no son síntoma de amor, son síntoma de que algo no funciona en la pareja, o incluso pueden ser la causa de que no funcione.
Las mentiras, el control, la culpa, la inseguridad, etc son capaces de envenenar cualquier relación, por muy enamorados que se esté en un principio.
El sentirse inseguro de si tu pareja te engaña o sentirse acosado por ella, pueden ser dos buenos motivos para intentar cambiar las cosas en una terapia.
Los cambios en los contratos
Cuando dos personas deciden irse a vivir juntas, se establecen contratos no escritos sobre cómo ha de ser la convivencia. Con el paso del tiempo, puede que una de las partes quiera modificar parte de las condiciones, bien porque su situación personal ha cambiado o bien porque en realidad nunca estuvo muy conforme con lo pactado en un principio.
Poder hacer explícito este sentimiento dentro del contexto de una terapia, hace que sea más fácil llegar a un acuerdo con la otra parte.
La no-relación
Tal vez no haya discusiones en la pareja porque han llegado a un punto en que prácticamente no se hablan. La rutina, el día a día, pueden hacer que una relación se desgaste con el paso de los años.
El deseo de volver a conectar pero no saber cómo hacerlo es otro de los motivos por los cuales la gente acude a un terapeuta.
Ajustar expectativas
Muchas veces, al principio de una relación, una de las partes sabe que hay cosas del otro que no le gustan, pero aún así decide continuar, con la esperanza de que esos defectos desaparezcan con el tiempo. Si no lo hacen, aparece la frustración y la ira porque el otro no quiere o no puede cambiar. En este caso, es interesante acudir a terapia para intentar que el otro cambie, o aceptar que si no lo ha hecho ya, no lo va a hacer, y decidir en consecuencia.
Favorecer una ruptura amistosa
En muchas ocasiones uno de los miembros de la pareja ya tiene claro que se quiere separar pero acude a terapia para que no le puedan reprochar que no lo ha intentado todo o porque no sabe cómo decirle a la otra persona que ya no quiere seguir con ella.
El contexto de la terapia es un contexto seguro donde se pueden hablar las cosas desde la calma, evitando malos entendidos y reproches.
Acudir a una terapia de pareja puede ayudar a reconducir una relación que estaba estancada en las discusiones o en la apatía, pero nunca es una garantía para que la pareja continúe, eso depende de muchos otros factores. Lo que sí se procura es que, si la pareja decide romper, sea de una forma lo menos traumática posible para todos.
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