Hace tiempo vinieron unos padres a consulta desesperados porque su hija iba camino de repetir curso. En la primera evaluación había suspendido 4 y en la segunda 8. Nos contaban que habían probado de todo: premios, castigos, supervisión, clases particulares. Decían con desesperación que era una tortura para todos: gritos, llantos y amenazas eran la merienda de cada día en aquella casa.

Nosotras hablamos con la adolescente, que nos contaba que quería ir a la Universidad y también que le gustaba salir con las amigas y poco estudiar, que no “estaba motivada.”

Sobra decir que fuera de este tema, eran gente bastante agradable y funcional en otros aspectos de la vida. Por separado, encantadores, pero juntos, estaban metidos en un lío tal que hasta pensaban que se iban a volver locos.

Cuando las personas llegan a nuestra consulta, suelen llegar así, con la sensación de que lo han intentado todo. Lo que no saben es que ese “intentarlo todo” es parte fundamental del problema.

Cuando tenemos un problema, por lo general todo el mundo trata de solucionarlo de una manera u otra. Sin embargo, a veces ocurre que nuestra primera idea de solución no es buena. En esos momentos, tenemos dos opciones:

Pensar en otra solución alternativa.
Intentar la misma solución pero con más fuerza.

A esta segunda opción en terapia breve le llamamos “más de lo mismo” y eso lo que muchas veces contribuye a que el problema empeore. Además, se han descrito cinco maneras de hacer “más de lo mismo”. Es decir, cinco maneras de empeorar los problemas.

Un saludo,

Cristina

PD: Al final de la terapia, la chica había aprobado todas y había hecho la selectividad. Nuestra estrategia fue conseguir convencer a los padres de que había una cosa que no habían intentado (dejar de insistir en los estudios) y convencer a la chica que se puede estudiar sin motivación.