La lección que nos dio un paciente sobre la psicoterapia

Cuestiones prácticas

Hace un par de años, pasó por nuestra consulta un chico la mar de simpático. De esos pacientes que te caen bien aunque no te hagan ni caso. Así era: cambiaba las citas cada dos por tres, no hacía nada de lo que le proponíamos y la sensación en consulta era de estar hablando del sexo de los ángeles o de estar dando palos de ciego.

Tampoco le gustaba nada cubrir la escala de valoración de la sesión. Nos decía que parecíamos el Corte Inglés con sus caritas sonrientes o tristes después de pagar.
Como las sesiones con él eran bastante caóticas, preguntamos si le estábamos ayudando en algo y en qué. Él, después de pensárselo un rato, nos dijo algo así:
“Desde el momento en que entré por la puerta, supe que me ibais a ayudar porque sois normales, vais en vaqueros y la consulta no parece sacada de un centro de estética. Antes había ido a otra psicóloga y no me gustó nada por eso, porque parecía todo falso, como de postureo.”

Sinceramente, después de esa respuesta no pude evitar reírme porque lo que suelen decir nuestros amigos es más bien todo lo contrario: que deberíamos cuidar más nuestra imagen.

Lo que no saben nuestros amigos, (y al parecer aquel paciente sí) es la importancia que tiene el contexto para que sea terapéutico. Cuando pensamos en la decoración del centro, siempre tuvimos en la cabeza que queríamos que las personas que estuvieran allí se sintieran cómodas, un poco como en su casa. Sabemos que si la persona se siente a gusto, es más fácil que se produzca el cambio.

Por otro lado, también teníamos que tener en cuenta nuestras propias preferencias porque si nosotras no estábamos a gusto, se nos iba a notar y eso también afectaría a la relación. Es decir, nosotras formamos parte del contexto también y para establecer una buena relación terapéutica tenemos que encontrarnos cómodas en el espacio de trabajo.

Así que la lección que sacamos fue la siguiente: Debemos procurar que nuestro espacio de trabajo sea confortable para las personas que acuden a consulta pero también debemos estar nosotras cómodas en él.

Al final el chico se marchó de alta y nosotras nos quedamos con la sensación de que no habíamos hecho mucho. No habíamos aplicado ninguna técnica y casi todos nuestros esfuerzos estuvieron dedicados a entender qué quería.

Creo que fue uno de esos casos en los que el contexto fue terapéutico en sí mismo. No siempre ocurre así, pero este fue uno de esos casos.

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