Lleno de autoestima, por favor

Psicopatología

autoestima

Las personas que nos dedicamos a la psicología nos encanta ponerle nombre a las cosas: ¡Pon un nombre para domarlo! dicen algunos. Y eso está genial, es cierto que si podemos nombrarlo, es más sencillo cambiarlo.

Lo que ocurre es que a veces se nos va de las manos, como por ejemplo con el tema de la autoestima. ¿Sabéis de dónde viene este concepto?

Un poco de historia

La palabra autoestima se empezó a utilizar por primera vez en el siglo XIX pero era con otro significado. El primero en utilizarla fue W. James.

Luego llegó el conductismo y desechó todo lo que hacía referencia a procesos internos, incluida la autoestima de W.James. Así que el término cayó en desuso durante mucho años.

Años más tarde, nuestro amigo Carl Rogers y su humanismo pusieron el origen de nuestros trastornos en una baja autoestima, es decir las personas tenían problemas de salud mental porque no se querían lo suficiente, no se valoraban o no se sentían merecedores de ser amados.

(Abro paréntesis). De ahí derivó su conclusión de que para que una persona mejorase tenía que sentirse aceptada incondicionalmente, valorada por su terapeuta. Esta idea fue muy revolucionaria en su época y hoy en día se está demostrando que la aceptación incondicional juega un papel fundamental en el éxito de una terapia.(Cierro paréntesis).

Sigo, nos habíamos quedado en que el origen de muchos trastornos venían dados por una falta de autoestima. Hasta aquí todo bien, una teoría psicólogica más que parecía estar siendo útil en muchos casos.

¿Qué pasó? Que se equiparó el término autoestima a felicidad. Es decir, para poder ser feliz necesito tener una autoestima alta. Si os dais cuenta, esto no fue lo que decía Rogers. Rogers decía que parte de los trastornos se debían a una falta de autoestima pero no dijo que si tenías la autoestima baja, o normal, ibas a padecer un trastorno.

Así que la autoestima pasó de ser un concepto residual a convertirse en la clave de nuestra felicidad. ¡Cuánta presión para la pobre autoestima! ¿no? Nos pusimos a elaborar escalas para medirla, a diagnosticar baja autoestima, en fin, intentamos objetivizar un concepto totalmente subjetivo y es aquí cuando empiezan los problemas.

Primer problema

La auotestima es un constructo mental, propio de cada persona. No se puede medir de manera totalmente objetiva. Para mí tener la autoestima alta puede significar decirle que no a mi madre cuando me pide que le ayude en la cocina y para otra persona tener la autoestima alta significa vestir de manera provocativa.

Cuando una persona acude a consulta y nos dice que le gustaría ser feliz, nosotras preguntamos qué es para ella la felicidad. Entendemos que ser feliz no es lo mismo para todo el mundo.

Pues bien, lo mismo debería pasar con la autoestima: cuando un paciente se sienta y nos dice que tiene la autoestima baja, no deberías hacer suposiciones sino que deberíamos preguntarle qué significa para él o ella tener una baja autoestima.

Segundo problema

Este segundo problema lo advirtió Ellis, el de la terapia racional emotiva, que se enfrentó al humanismo y a toda la filosofía y terapias que se generaron a raíz de la autoestima y el crecimiento personal.

Ellis lo que decía era que todo el tema de la autoestima se nos estaba yendo de las manos y que esta búsqueda de una buena autoestima se estaba convirtiendo en una tarea inalcanzable, igual que la búsqueda de la felicidad.

Conseguir la autoestima máxima es un objetivo irreal y frustrante, siempre hay algo más que se puede mejorar, siempre hay algún punto en el que no te quieres.

Así, igual que la felicidad, la autoestima ha conseguido llenar estanterías enteras de libros. Antes la gente acudía al psicólogo porque quería ser feliz y ahora vienen porque quieren mejorar su autoestima.

¿Qué hacemos nosotras cuando alguien viene para mejorar su autoestima? Para empezar, tenemos que convertir ese concepto en algo útil para la terapia. Buscamos el significado particular que tiene para esa persona la palabra autoestima. Luego trabajamos sobre ese significado. De esta manera no nos quedamos en el limbo de los constructos mentales inalcanzables sino que pasamos a hablar de temas más mundanos y asequibles.

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