Vamos a ver, mira el lado bueno, por lo menos tienes trabajo, tienes salud…podrías estar peor.
Venga, sé positiva, ahora vas a tener más tiempo de cuidar de tus niños.
¡Anímate, no es para tanto! Piensa en la parte buena de todo….ya sabes que cuando una puerta se cierra, se abre una ventana.
Si la vida te da limones…haz una limonada. ¡Vamos, sé feliz! Se ha muerto tu perro, ¡genial! Ahora ya no vas a tener que esta paseándolo tres veces al día ¿ves como todo tiene un lado positivo? Sólo hay que mirarlo con el color de gafas adecuado.
Si no eres feliz es porque no quieres, algo estás haciendo mal. Apúntate a este taller y en él te daré las instrucciones de lo que tienes que pensar para ser feliz y positivo, en esta vida y en todas las que vengan después.
¿Sigo o ha quedado claro?
Os propongo un ejercicio de lógica. A ver quién adivina dónde está el error (o los errores) en este razonamiento.
Las personas positivas son más felices.
Las personas positivas tienen más pensamientos positivos.
Los pensamientos se pueden cambiar.
Conclusión: Si cambiamos los pensamientos negativos de la gente por pensamientos positivos conseguiremos que estos sean más felices.
¿Lo habéis encontrado? Pues ya sabéis mucho más que algunos de los profesores que me dieron clase durante la carrera.
El mantra de la positividad está en todas partes pero abunda especialmente en las facultades de Psicología (al menos cuando yo andaba por allí). Algunos profesores pretendían que nos hiciésemos expertos en hacer ver a las personas el “lado luminoso de la vida.”
¿Por qué es un mantra? Pues porque se repite sin cesar sin pararse a pensar en el significado y se aplica a todas las situaciones sin excepción.
– Estoy fatal, me han despedido, mi perro se ha muerto y mi mujer se ha largado con otro.
– Bueno, bueno, no será para tanto, piensa en lo bueno que tienes.
– No tengo nada, en serio, estoy fatal.
– Algo bueno tendrás, lo que pasa es que no puedes verlo con claridad ahora mismo. Lo que te ocurre es que eres un negativo y así no conseguirás ser feliz nunca. Tienes que cambiar ya de actitud si no, vas a acabar deprimido.
Voilà, hemos pasado de tener a una persona sana en una situación fastidiada a tener una persona enferma que no es capaz de ver lo bueno de quedarse sin trabajo, sin perro y sin mujer.
Ser positivo está muy bien, serlo a costa de hacer sentir culpable a la gente ya no lo es tanto. Esto del “hay que ser positivos” puede hacer mucho daño. De hecho, a lo largo de estos años, he visto a muchos pacientes cuyo mayor problema era que se sentían mal por pensar en negativo. Me explico:
“Debería querer a mi hijo pero a veces no puedo evitar pensar en que me gustaría que no estuviese”
“Debería ser feliz, lo tengo todo: un trabajo y una casa ¿qué hay de malo en mí que no puedo sentirme bien con eso?”
“Ya sé que debería pensar diferente, y conformarme con lo que tengo pero no soy capaz, no puedo parar de pensar así”
“Me vienen pensamientos negativos a la cabeza y pierdo mucho tiempo intentando pararlos.”
Etc. Si quieres más ejemplos, hace un tiempo escribí un post sobre el tema.
Los pensamientos no son tan fáciles de cambiar. De hecho, cuanto más luchamos contra ellos, más nos vienen. Nuestro cerebro no es un ordenador que se puede reprogramar tocando solamente un par de comandos. Por suerte, somos algo más complejo que todo eso.
Así que la próxima vez que alguien te diga que tienes que ser más positivo, le puedes responder que no estás hecho sólo de protones.
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