Tienes que ser feliz

Psicopatología

Tienes que tener hambre cuando toca.

Tienes que dormir cuando es la hora.

Tienes que quererle porque es bueno contigo.

Tienes que quererla porque no vas a encontrar otra igual.

Tienes que pasártelo bien cuando estás con tus amigos.

Tienes que disfrutar de las vacaciones.

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Y así podría seguir con muchas más. ¿qué tienen estas frases en común, aparte de su estructura gramatical?

Que invitan a la insubordinación ¿verdad? Y si no, léelas de nuevo ¿no te cabrean ni un poquito?

Piensa, ¿qué le dirías a una persona que te está ordenando todas estas cosas? Yo personalmente la mandaría a freír espárragos como dirían en los tebeos antiguos. Decir así las cosas invita a que no queramos comer, ni dormir, a que dejemos a nuestras parejas y a que nos lo pasemos fatal cuando salimos y durante las vacaciones.

Nadie puede mandar así sobre ti porque lo que se consigue es el efecto contrario, que hagas justo lo opuesto de lo que te ordenan. Es más, aunque tengas un hambre voraz, seguramente te aguantes las ganas sólo por el hecho de no sentir que comes porque estás obedeciendo.

Quiero pensar que esto lo tienes más o menos claro, nadie puede mandar sobre ti.

Ahora quiero que leas las siguientes frases:

Tengo que comer cuando es la hora.
Tengo que dormirme ya.
Tengo que quererlo/la.
Tengo que pasármelo bien.
Tengo que aprender a disfrutar de las vacaciones.

Una pequeña modificación en la frase y ya cambiamos por completo el sentido de la misma ¿o no?

¿Qué piensas cuando lees esto? ¿te dices a ti mismo algo de esto? ¿te suenan estas frases?

Es curioso cómo nos rebelamos contra las órdenes ajenas cuando nosotros mismos nos imponemos muchas más y somos mil veces más estrictos. Y claro, pasa lo que pasa, que el cuerpo se rebela.

Porque nadie puede obligarte a comer si no tienes hambre, ni a dormir si no tienes sueño, ni a amar si no te gusta la otra persona, ni a disfrutar si no te apetece.

Insisto, nadie, incluido tú mismo. De hecho, suele ocurrir que muchos problemas de insomnio o de insatisfacción vital vengan derivados de una insubordinación de tu cuerpo frente a tu mente.

Por ejemplo: obligar a tu cuerpo a dormir cuando no se tiene sueño es la mejor forma de pasar la noche en vela. O sentirte un fracaso porque no te lo has pasado bien en la fiesta es la manera adecuada para dejar de disfrutar de lo que te gusta realmente.

Así de absurdas somos las personas, que nos rebelamos contra nuestras propias órdenes. Pero bueno, ahí está la gracia del juego.

Este juego es como el de tirar de una cuerda: cuanto más insiste tu cabeza en una cosa, más intentará tu cuerpo de impedírselo, aun a costa de su propia salud. No nos gusta que nos manden, nadie, ni siquiera nosotros mismos.

Cuando estás metidos en esta dinámica de intentar que tu cuerpo te obedezca es muy complicado salir, pero no imposible. Hay muchas maneras de hacerlo:

  • Rendirse y dejar que tu cuerpo haga lo que le apetezca.
  • Utilizar esa insubordinación a tu favor, ordenando justo lo contrario de lo que deseas (voy a pasarme la noche en vela, ya verás cómo aguanto sin dormirme).
  • Hacer una tregua de vez en cuando, para descansar de la lucha.

No hay ninguna solución mejor que otra pero recuerda que cuando te ordenas a ti mismo sentir algo (sueño, hambre, amor, etc.) lo más probable es que consigas justo el efecto contrario. Porque como dicen los expertos:  hay cosas que sólo pueden ocurrir de forma espontánea.

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