Pacientes que se quejan

Psicopatología

pacientes que se quejan

Todos los pacientes se quejan. Todos. ¿Sabéis por qué? Pues porque hasta donde yo sé, son personas también y tienen derecho a quejarse. De hecho la mayoría tienen en la cabeza “el discurso de la queja” cuando acuden por primera vez a consulta.

¿Qué es una queja?

Una queja es un lamento cuya función fundamental es la de permitir un desahogo en la persona que lo emite:

“Estoy harto de mis hijos, nunca me hacen caso.”
“Mi pareja no se entera de nada, no me entiende.”
“No tengo tiempo.”
“No soporto a mi jefe.”
“No tengo ganas de nada.”
“Me siento vacía.”
“Siempre estoy cansada, no duermo bien.”

Estos son algunas frases tipo queja que nos dicen las personas que acuden a consulta. Como veis, aparte de cierto desahogo, no valen para mucho más, ya que no promueven ningún tipo de cambio.

El peligro de la queja

Como he dicho antes, la queja puede resultar útil a modo de desahogo pero una vez que ha cumplido esa función, deja de tener sentido.

Es más, el peligro de la queja radica en que las personas sienten un alivio cuando se quejan (el desahogo) pero ese alivio es momentáneo por lo que la persona necesita quejarse de nuevo para volver a aliviarse.

De esta forma, es bastante sencillo quedarse “enganchado” a la queja, y la persona necesita cada vez más dosis y con más frecuencia de la queja para que ésta surta su efecto.

Además, la queja sólo tiene su efecto calmante si se hace delante de alguien que entienda y comprenda el dolor de la persona. ¿Y qué pasa cuando la persona no para de quejarse una y otra vez de lo mismo? Pues que esos “alguien” escasean cada vez más, por lo que la queja, en vez de resultar como desahogo, pasa a ser motivo de crítica por parte de los demás.

Este es el peligro: que la persona quede sola y enganchada en un bucle sin fin de queja y más queja pensando que en algún momento ocurrirá un cambio que la saque de ese estado.

¿Qué hacemos con la queja en la consulta?

Los maestros en esto de la psicoterapia dicen que la clave de una buena sesión es conseguir convertir la queja del paciente en un problema para el que nosotras tengamos una solución.

Dicho de otro modo: convertir la queja en un objetivo alcanzable para la persona.

Cómo convertir las quejas en problemas: un ejemplo.

Para el ejemplo me voy a inventar un diálogo entre una paciente y la terapeuta. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Paciente: “Siempre estoy cansada, no duermo bien de noche y por el día no tengo ganas de nada.”
Terapeuta: “Vaya, ¿y qué harías si no estuvieras tan cansada?”
P: “No sé, ahora mismo no tengo ganas de nada pero supongo que saldría a hacer la compra, a pasear, quedaría con las amigas pero lo único que me apetece ahora es quedarme tumbada en el sofá.”
T: “Ya claro, con ese cansancio…¿crees que si durmieras mejor tendrías más ganas de hacer algo por la tarde.”
P: Sí, claro, el no dormir me está matando.
T: Bien, ¿qué has intentado hasta ahora para dormir mejor?

Lo dejo aquí que lo siguiente ya sería otra parte de la sesión. Lo que vemos en este fragmento es cómo, a través de las preguntas, la terapeuta guía a la paciente desde la queja (estoy muy cansada) a un objetivo (dormir mejor). En realidad, habría que afinar un poco más el objetivo para saber qué es eso de “mejor” pero creo que la idea que quiero transmitir en este post se entiende bien así.

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