Personas que no paran de pensar

Psicopatología

Imagen de Martin Ludlam en Pixabay

Cuando empecé la residencia mi primer destino fue Utrera, en Sevilla. Así que además de tener que enfrentarme a mi primer trabajo remunerado con la la sensación de no tener ni idea de lo que estaba haciendo, también tuve que lidiar con las diferencias lingüísticas.

De esta forma aprendí que el coraje no es valentía, es enfado, que “echar cuenta” no tiene nada que ver con las matemáticas sino que significa “hacer caso” y que cuando a uno le entra la fatiga no es que esté cansado, es que tiene náuseas.

Pero de todas las expresiones que aprendí allí, me quedo con una que solamente escuché un par de veces y aún así, la sigo utilizando en consulta. La historia es que una vez vino un chico que me decía que su problema era que no paraba de reinar. 

¿De reinar? ¿Delirios de grandeza, tal vez?

Yo no entendía nada y al chico le costaba un poco explicarse: “De reinar, es que no paro de reinar y reinar todo el día y todo el rato”.

Por fin, se le ocurrió utilizar el lenguaje no verbal y se llevó un dedo a la sien y lo empezó a mover en círculos. 

¡Reinar era pensar! Ese mismo día, al terminar consulté con el diccionario y, efectivamente, reinar significa: Reflexionar, volver a meditar sobre algo.

Me pareció tan curioso y tan visual el término que lo sigo utilizando hoy en día en la consulta, para explicar el tema de los pensamientos. Quién sabe, igual hasta se pone de moda.

¿Qué pasa con los pensamientos?

El tema de los pensamientos ha traído cola en psicología. Que si pensamientos irracionales, positivos, negativos, distracción, parada de pensamiento, etc. 

Desde la perspectiva sistémica ya se trabajaba desde hace décadas con la idea de que los pensamientos no se pueden evitar (son el síntoma) y que es mejor trabajar con la parte sana y con las excepciones. 

Ahora los de la Terapia de Aceptación y Compromiso han llegado a una conclusión parecida y han creado un montón de metáforas sobre ellos que están muy bien y son bastante originales, todo hay que decirlo.

Cuando hablo de reinar, o de pensar demasiado, hay tres ideas generales que intento transmitir a los pacientes que acuden con este tipo de quejas: 

1.  Los pensamientos no se pueden evitar. Si los evitas, te vienen con más fuerza. Esto se ve muy bien con el ejemplo siguiente: “Hagas lo que hagas, no pienses en una sandía.”  Es imposible no pensar en una sandía después de haber leído esta frase. Lo mismo ocurre con todo: “no puedo ponerme nervioso”, “tengo que pensar en otra cosa, no puedo darle más vueltas a lo mismo.” Son otras maneras de seguir pensando en una sandía.

2. Si estos pensamientos que no nos gustan no dan mucho miedo, suele funcionar el sentido común:  distraerse con otra cosa. La mayoría de las veces ocurre esto, estamos preocupados por algo, nos ponemos una peli, leemos un libro, nos vamos de cañas o vamos al gimnasio y ya, luego estamos mejor. 

Lo que ocurre es que si ese pensamiento da mucho miedo, el intentar distraerte tiene un efecto rebote: además de no parar de pensar te vas a sentir mal por no conseguir distraerte. Sufrimiento por partida doble. 

3. Para evitar este efecto rebote es asumir que podemos hacer cosas a pesar de seguir pensando. No con la idea de distraernos sino de que nuestros pensamientos no paralicen nuestra vida.

Este tercer punto es el más complicado de entender y de aplicar a la vida diaria, pero cuando se consigue, es como “magia.”

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