¿Por qué luchamos contra los síntomas?

Psicopatología

 

Al síntoma hay que quererlo. Mucho.

El síntoma lleva ya tiempo en la vida del paciente y ahora tú, terapeuta, te empeñas en que se deshaga de él así sin más, sin despedirse siquiera.

Sin un simple gesto de cariño. Esto no puede ser.

En la carrera, cuando nos hablan de cómo abordar la primera entrevista, siempre salía el famoso “análisis funcional de la conducta”: ¿desde cuándo tiene el problema? ¿cada cuánto lo tiene? ¿con qué intensidad? ¿qué ocurre antes? ¿y después? Ya no recuerdo si había alguna pregunta más pero para lo que quiero explicar con esto me vale.

Mi pregunta es: ¿para qué le vale a la persona que acude a consulta saber que su síntoma lo tiene desde hace 4 años, 2 veces por semana y con una intensidad de 7 sobre 10?

Algunos me diréis que para tener una idea de si ha mejorado o no. Vamos a ver, el paciente no es tonto y no necesita registrar en un papel su síntoma para saber si se encuentra mejor. Se lo podemos preguntar directamente “¿estás mejor? En una escala de 0 a 10 ¿cómo estabas antes y cómo estás ahora?” Esto si viene al caso, que si no, la escala tampoco es necesaria.

“¿Cómo será la vida de la persona cuando su problema ya no esté? ¿Qué le gustaría hacer que ahora no hace? ¿Qué problemas tendrá?” Estas preguntas sí son útiles para la mejoría.

Con estas preguntas comenzamos a crear una realidad donde la vida sin síntoma es un hecho, cuanto más viva sea esta imagen, más fácil lo tendrá la persona para llegar a ella.
“¿Cómo será la vida de la persona cuando su problema ya no esté? ¿Qué le gustaría hacer que ahora no hace? ¿Qué problemas tendrá?” Estas preguntas sí son útiles para la mejoría.
Lo que quiero decir es que no hace falta saber con exactitud en qué consiste el problema para que este desaparezca.

Normalmente, los pacientes tienen dos problemas con sus síntomas: o bien intentan luchar de manera directa contra ellos o bien terminan por convertir toda su personalidad y su vida en “El Síntoma”

Ni una cosa ni la otra. Al síntoma hay que quererlo y escucharlo pero también tiene que aprender cuál es su lugar en la vida del paciente.

Personas que luchan contra los síntomas

En estos casos, sus intentos de solución suelen ser los que agravan y/o mantienen el problema.El trabajo terapéutico pasará por convencerlos para que hagan algo diferente en vez de lo que han estado haciendo hasta ahora.

Como psicólogos, sabemos que decirle a alguien que deje de hacer algo sin proponer una alternativa no suele funcionar porque dejamos a la persona “paralizada” de alguna manera.

Por eso no basta con decir: “deja de luchar, deja de hacer esto” sino que hay que buscar, durante la entrevista, qué alternativa tiene el paciente para actuar cada vez que aparece el síntoma.

No se trata de ignorar el síntoma ni de controlarlo sino más bien de decirle: “bueno, ya que estás, hagamos algo, juguemos”

Personas que se presentan como el síntoma

Suelen ser pacientes que ya llevan mucho recorrido por hospitales, clínicas y demás. Algunos llevarán más años en psicoterapia de los que tú llevas trabajando.

Tienen muy claro su diagnóstico y sus síntomas.

Se puede reconocer a este tipo de pacientes porque no saben de qué hablar si no es de sus síntomas. Llevan tanto tiempo con ellos que se han olvidado de todo lo demás.

Los psicoterapeutas tenemos que estar muy atentos y no caer en la trampa que ellos mismos se hacen: la de pasarse todaaaa la hora hablando de su sufrimiento. Es todo un trabajo hacerles ver que hay vida más allá del síntoma.

Sin embargo, esto no se puede hacer sin antes querer a su síntoma, entender su dolor y comprender sus dificultades. Una vez conseguido esto, podemos decirle: “vale, vale, esto ya me lo sé ¿pero qué vas a hacer con tu vida?” o “ahora estoy hablando con el síntoma y yo quiero hablar con la persona”

Hay vida más allá del síntoma ¿en serio? Sí, de verdad.

Para estos pacientes, lo que mejor nos funciona es trabajar desde la perspectiva del modelo parte sana/parte enferma: todos tenemos una parte enferma y una parte sana. A veces, basta con hacer crecer la parte sana para que la enferma sea proporcionalmente más pequeña y deje de inundarlo todo.

En definitiva, los síntomas no son los que empiezan la guerra, son los propios pacientes. Nuestra labor como terapeutas a veces pasa por media para que todos lleguen a un acuerdo de convivencia.

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2 Comentarios

  1. Muy interesante este artículo y, en general, todo vuestro trabajo. No soy psicólogo, pero me interesan todos los temas que nos ayudan a ser lo que verdaderamte somos y que a veces está enterrado bajo capas y más capas de falsas creencias acerca de nosotros mismos, de Dios, del mundo físico y de lo que pueda existir más allá de éste. Gracias. Un saludo amistoso.

    http://no-temais.blogspot.com.es/

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