1. DEJAR DE FUMAR
Ya está. Decidido. Mañana mismo, día 1 de enero de 2015, dejo de fumar. Claro, justo el día en que los bares se convierten en repúblicas independientes sin ley ni orden, cierran sus puertas y desenpolvan ceniceros. Una cosa es cierta, si has conseguido resistir la tentación este día, el pronóstico es muy pero que muy bueno.
2. DEJAR A ESA PERSONA QUE SABES QUE NO TE CONVIENE.
3. HACER DIETA
4. HACER DEPORTE
Siempre me han parecido héroes los que, después de empachos y trasnoches acumulados, salen a correr el día uno. Pero claro, visto desde otro punto de vista, hasta se entiende. Con esa imagen en la cabeza de lo fuerte que uno se va a poner, con esos tenis fosforitos del Decathlon a juego con la malla y el chubasquero transpirable recién traídos por Papá Noel, con ese descanso mental de saberse de vacaciones… el problema viene el día 7, cuando la rutina te devuelve a la realidad de la falta de tiempo, a la realidad del frío que hace con el chubasquero que hace juego con los tenis que se empapan como cualquiera cuando llueve y, sobre todo, a la realidad de que después de 7 días esforzándote al máximo el espejo sigue devolviéndote los mismo michelines, y que la marca de los músculos no aparece por ningún lado.
5. CAMBIAR LA TELE POR LA LECTURA
6. AHORRAR
Después de revisar las finanzas anuales decides que hay determinados gastos innecesarios que vas a controlar. Pero claro, las navidades no acaban el día uno. Quedan todavía muchos regalos por comprar y muchos amigos de la infancia a los que invitar a una ronda después de un año sin verlos.Y la cosa no acaba aquí. Como los propósitos no son únicos, habrás decidido también apuntarte al gimnasio, Y el bono anual sale mejor que el mensual por lo que haces un desembolso importante. Y ahora al gimnasio no se va de cualquier manera por lo que harás una inversión en materiales de los fosforitos y transpirables. Probablemente seguirás pensando en lo bueno que sería leer, por lo que pruebas a comprar algún otro título por si el problema es que Papá Noel no acertó con tus gustos. Y claro, ya que has decidido comer sano, vas a probar a hacer la compra en esas tiendas ecológicas que tan buena pinta tienen pero que te venden el kilo de tomates a precio de percebes.
En resumidas cuentas, el motivo por el que los propósitos se convierten en frustraciones en vez de en hechos no tiene que ver tanto con la dificultad de lo que nos proponemos como con la creencia de que los cambios no suponen esfuerzo y pueden hacerse de un día para otro y con el nefasto momento que elegimos para empezar. Así que, buenas noticias, mañana no será el último día para hacer todas aquéllas cosas que sabemos que debemos dejar de hacer (o empezar a hacer) pero que tanto cuesta cambiar. ¿Lo dejamos entonces para carnavales?
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