Que un paciente acuda a una primera sesión y que no vuelva a aparecer es uno de los grandes miedos de la mayoría de los psicólogos. Cuando esto ocurre, no paramos de pensar ¿qué habré hecho mal?
Bueno, hay a veces que simplemente no se conecta y aunque hiciéramos las cosas de diferente manera, el resultado habría sido el mismo.
Pero estos casos suelen ser excepciones.
Por norma general, uno de los trabajos del psicólogo durante la primera entrevista es lograr que el paciente considere que podemos serle de utilidad para resolver su problema.
Para ello os voy a contar lo que yo considero fundamental para que una primera entrevista tenga éxito.
Marcas de contexto y fase social
Preguntar sí…pero no de cualquier manera
En terapia breve cada movimiento debe estar muy estudiado. Las preguntas del terapeuta deben estar dirigidas siempre a dos objetivos:
Comprender el problema. Preguntas sobre qué cosas ha intentado hacer y que no han funcionado. Incluyo aquí también si ha habido tratamiento previos. El que una persona ya haya acudido al psicólogo nos puede dar mucha información de lo que esa persona espera de nuestra consulta. Por ejemplo: me pueden contar que acudieron a un psicólogo con el que solo hablaban y se iban de la consulta sin que él les dijese nada o que les mandaba ejercicios de relajación que no le funcionaban. Si sé esto, yo ya sé qué es lo que NO debo hacer para que esta persona vuelva.
Ayudar a transformar la realidad del paciente. La persona que acude a consulta viene porque tiene un problema que no sabe como resolver. Nuestra misión es convertir ese problema sin solución en uno que sí la tenga. Por eso la mayor parte de las intervenciones deben estar dirigidas a conseguir dicho cambio de perspectiva. Por ejemplo: preguntar sobre excepciones puede hacer ver al paciente que su problema no está siempre presente en su vida.
Valorar la sesión
Escuchar
Lo pongo de último pero debería ser lo primero. Cuántas veces me habrá pasado que llevo una serie de preguntas en mi cabeza que no me sirven de nada porque el paciente comienza con un discurso totalmente diferente al que yo me esperaba. Si yo ignorase su discurso y me empeñase en preguntar lo que tenía pensado, daré la impresión (acertada por otro lado) de que no estoy escuchando lo que me está contando.
Escuchar sin estar pensando en lo que se va a decir a continuación es quizás de las habilidades más difíciles que tenemos que aprender como terapeutas. Si conseguimos que una sesión de terapia fluya igual que una conversación, sin sentir que estamos en guión previo, ya tenemos mucho trabajo hecho.
Conclusión final
Hacer una primera entrevista es una de las situaciones que más angustian a los psicólogos que empiezan. Lo que no saben es que, en realidad, la primera es la “más sencilla” porque es el paciente el que marca el ritmo.
En cambio la segunda o la tercera, donde ya se deberían ver mejorías, la responsabilidad de la sesión recae más sobre el terapeuta.
¿Vosotros tenéis en cuenta todo esto a la hora de hacer la primera entrevista? ¿Qué más tenéis en cuenta?
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