Errores de un terapeuta novato (II)

Psicoterapia

Hace ya un tiempo mi compañera publicaba sus errores depsicóloga novata. Hoy ha llegado mi turno de contar los míos.  He de decir que todavía sigo trabajando en varios de ellos porque con cada paciente nuevo que nos viene a consulta vuelvo a ser un poco novata.

Cometer errores es inevitable, tengas un año de experiencia o cuarenta. Desde nuestro punto de vista, la formación continua, la supervisión y las ganas de seguir aprendiendo son las armas con las que contamos para mejorar cada día como terapeutas.

Trabajamos con una “materia prima” tan compleja que siempre nos queda algo por aprender.

Miedo a preguntar

Parece mentira pero sí, recuerdo que era mi mayor miedo cuando empecé a trabajar como psicóloga. Miedo a preguntar al paciente si querían morirse o si habían pensado en modos de hacerlo. Tenía miedo a que se molestasen o, peor aún, a que pensasen que yo estaba insinuando que deberían quitarse la vida.

Mi supervisora por aquel entonces me dijo que ese miedo estaba solo en mi cabeza y no en la del paciente. Es más, muchas veces les supone un gran alivio poder hablar del tema.

He puesto de ejemplo el tema de la muerte pero hay muchos otros que me daban miedo como la sexualidad o la vida de pareja. Era como si estuviese invadiendo la intimidad de la persona y temiese que no estuviese a gusto.

Para solucionar este miedo lo que hago es hacerlo explícito: avisar al paciente que parte de mi trabajo consiste en preguntar pero que ellos no tienen la obligación de contestar si no quieren.

Miedo al silencio

Miedo a preguntar y miedo a no decir nada ¿qué os parecen mis inicios? El silencio en sesión no es malo, de hecho muchas veces es necesario para reflexionar o para que el paciente se sienta acompañado.

Cuando estaba empezando, tenía la sensación de estar perdiendo el tiempo si había silencios durante la terapia. Me angustiaba pensar que el paciente pudiera estar pensando lo mismo, o peor, que pensase que yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

Creo que este miedo lo he trabajado enfrentándome a él, cuantos más silencios he vivido en terapia, más cómoda me siento y más utilidad le veo a esas “pausas” para reflexionar.

No mantener el foco

Las primeras entrevistas que hice fueron con mi supervisora detrás, mirando. Aunque me ponía de los nervios pensar que había alguien observando, reconozco que es la manera más eficaz de aprender: que otros vean cómo lo haces y que te digan en qué puedes mejorar. De hecho, me gustó tanto esta forma de trabajar que sigo haciéndolo: en nuestra consulta trabajamos en equipo.El caso es que mi supervisora me decía que saltaba de un tema a otro sin ningún orden y la entrevista se volvía confusa. Además, muchas veces me quedaba sin tiempo para preguntar asuntos importantes y me quedaba sin poder formular una hipótesis del problema.

Mantener el foco también depende del paciente que tengas delante, unos se dispersan más que otros pero la labor del terapeuta debería ser la de conseguir mantener una conversación útil para el cambio terapéutico y que no sea una sucesión de quejas sin salida.

Es el reto al que más me enfrento hoy en día: conseguir mantener el foco y guiar al paciente hacia un cambio en la manera de ver el problema que le ha traído a consulta.

Bombardear a tareas

Una vez hablaba con un psiquiatra que me comentaba que no sabía cómo lo hacíamos los psicólogos sin poder recetar. De hecho, uno de sus problemas es que a la mínima queja del paciente, un psiquiatra novato saca el talonario de receta y decide cuál prescribir.

A mí me pasó algo parecido. Ante el primer problema que me planteaba un paciente, le daba una solución. Luego me contaba otro y yo “atacaba” con otra tarea, y así hasta que al final, el pobre se iba con un montón de cosas para hacer pero sin la sensación de haberse sentido escuchado.

Muchas veces nos quejamos de que los psiquiatras tienen que aprender a no recetar tanto y a esperar más pero nosotros también podemos estar haciendo algo parecido con las tareas que mandamos para casa.

Suponer sin comprobar

Cuando empezaba me pasaba mucho: el paciente hablaba de una pareja que yo suponía que era mujer y luego resultaba ser un hombre, personas a las que yo atribuía un sentimiento de culpa que luego no tenían, imaginarme una crisis de pareja inexistente, etc.Me ocurría que, dada mi falta de foco en la entrevista, tenía que suponer muchas cosas que al final resultaban que estaban solo en mi cabeza. Ponía demasiado de mi propia cosecha y claro, a veces me equivocaba.

Parte de nuestro trabajo consiste en formular hipótesis pero no nos podemos quedar ahí, hay que comprobarlas. No podemos dar nada por sentado porque corremos el riesgo de que esté ocurriendo todo lo contrario.

Bueno, y paro ya porque aunque podría seguir con muchos más, como el día en que me equivoqué de paciente, creo que he resumido bastante bien todas las dificultades a las que me enfrenté (y me sigo enfrentando)  cuando empezaba en es esto de la psicoterapia.

¿Qué dificultades tenéis o tuvisteis vosotros?

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3 Comentarios

  1. Me ha encantado! Además, resulta muy útil ver que muchos miedos son compartidos, a mí también me cuesta preguntar algunas cosas, y me ha encantado la solución que das a ello, avisar al paciente de que él puede contestar o no.
    Saludos.

    • Muchas gracias, me alegro que te hayan gustado. Al final la naturalidad y la sinceridad son nuestros mejores aliados.

  2. Enhorabuena por el contenido. Os sigo desde hace unos meses y me siento muy identificada con las situaciones que retratáis en el post, sobre todo con la tendencia a poner tareas de más.
    Un saludo

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