Pacientes que caen mal

Psicoterapia

Decir que un paciente cae mal no está bien, pero lo cierto es que es inevitable. Los terapeutas no somos máquinas y reaccionamos ante la presencia de los otros, sintiéndonos más o menos cómodos en función de la persona que tengamos delante. El psicoanálisis clásico utiliza el término “contratransferencia” para denominarla implicación emocional del analista que interfiere de manera inconsciente en la relación con su paciente. Para entendernos, son esas ocasiones en las que te encantaría salir corriendo de la consulta.

Hay un tipo de paciente que suele caer mal invariablemente. Los psicoanalistas lo llaman “paciente histérico”. Los sistémicos “paciente relacionan”. Los cognitivo-conductuales hablan de “pacientes que demandan una alta atención y cuyo compromiso con el trabajo terapéutico es nulo”. Son personas que se quejan a menudo de casi todo lo que les pasa en la vida, muy sensibles al sentimiento de rechazo, difícilmente aceptan las propuestas y son muy críticas con el trabajo del terapeuta.

He conocido terapeutas que se sienten muy incómodos cuando la persona que tienen delante narra su historia especificando hasta la hora exacta en la que comieron aquella comida exacta en exactamente aquella calle, anotan cada día en una libreta las cosas buenas y malas que le han ocurrido, llegan a la consulta 10 minutos antes y hacen las tareas mejor que tú mismo la declaración trimestral.

Los pacientes con un alto “ego”, incapaces de hacer una reflexión crítica sobre sus dificultades y que se relacionan con los demás (incluido el terapeuta) desde una postura defensiva, cuestionando cada palabra y cada silencio, suelen incomodar bastante al psicólogo en el contexto terapéutico.

En terapia de pareja, también las hay “que caen mal”. Suelen ser aquéllas que emplean una gran parte del tiempo de la terapia en discutir, sacando todos los trapos sucios y que tratan de poner al terapeuta en situación de juez, pidiéndole que, como tal, haga justicia y condene (y sentencie) al otro. Y, a veces, ni el mayor entrenamiento del mundo en el arte terapéutico permite revertir esta dinámica. Esto genera en el terapeuta una gran incomodidad.

Otras situaciones de pareja que originan esta sensación en el terapeuta, son las caracterizadas por una relación de poder-sumisión de un miembro de la pareja sobre otro y en las que es muy difícil reequilibrar la relación sin la resistencia del que está por encima en la balanza.

 

Una cosa que he aprendido (y comprobado mil y una veces) es que es necesario “querer” al paciente para poder ayudarle. Y esto a veces no es fácil. El psicoanálisis propone el propio análisis del terapeuta como la única forma de evitar la contratransferencia. En sistémica, una de las funciones del equipo terapéutico es la de ayudar al terapeuta de referencia a querer al paciente difícil. Lo cierto es que, en muchas ocasiones, aquello que nos incomoda del paciente es lo que está contribuyendo a crear los problemas por los que consulta por lo que no podemos convertirnos en una parte más del mismo, sino que nuestra tarea está en reaccionar ante ese comportamiento/actitud de una forma diferente a como lo hacen los demás, haciendo surgir una experiencia genuina para el paciente a partir de la cual poder generar un cambio.

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5 Comentarios

  1. Hola. Muy bonito artículo. Creo que está muy bien hablar de eso.
    Yo no soy psicóloga sino clienta, y pensaba que la relación con mi psicólogo iba bien, a pesar de que soy difícil, porque he sentido que pone todo de su parte para ayudarme. Ahora me siento diferente con él y no sé si hay algo de cierto en eso o solo me lo parece. Hemos hablado del asunto, en la medida que yo he podido ser clara al plantearle mi dificultad con él y dice que no hay problema pero yo no me siento bien. Le he dicho que a veces me siento como si él tuviese una dificultad conmigo y dice que no. Lo que hay de cierto es que en alguna ocasión me ha hecho ver, no verbalmente, que cuento demasiadas cosas, repito las ideas, y alguna vez también ha dado muestra de aburrimiento. La verdad que he pasado mucha vergüenza al darme cuenta. Lo entiendo, no es que le guarde rencor, es humano y le puede pasar si yo soy así. Ahora pongo de mi parte para no actuar de esa manera con él pero lo cierto es que me cuesta. Yo quiero enfrentar eso y cambiarlo, y considero que me proporciona una oportunidad para cambiar, al no haber dejado la relación de trabajo que tenemos. Esto lo tengo en cuenta porque pienso que me pasará con otro psicólogo, por eso creo que es mejor aprovechar esta situación. Pero me da tristeza pensar que, ahora, cuando me sonríe, no sea sincero sino que esté haciendo un esfuerzo para que yo no perciba el malestar que le provoco.
    Mi pregunta es, debo conformarme con esta situación y quedarme con la idea de que esta es otra relación fallida? Debo seguir con él no por conformismo sino por enfrentar la situación, como he dicho antes? O debo cambiar de psicólogo? Tengo que hablar con él y no sé cómo ser franca sin herir; no deja de ser un tema delicado.
    No sé si este no es espacio para mi comentario pero me gustaría una opinión. Muchas gracias por leerme.

    Un cordial saludo.

    • Hola Ana:
      Imagino que querrías una respuesta sencilla a tu pregunta pero no lo hay. Más bien te devuelvo otra pregunta: ¿tu psicólogo te está ayudando a estar mejor? Eso es lo que te tienes que plantear para decidir si quieres continuar con él o no.

      • Muchas gracias Cristina por tu franqueza; la necesito.

        Muchas gracias también por el post que me has enviado. Me gusta conocer todo este tipo de cosas, yo creo que puede ayudar a quien va al psicólogo. Y lo has explicado muy bien, de una forma muy clara.

        Contestando a tu pregunta, sí me ha ayudado. Me siento diferente. Siento que estoy empezando a darme cuenta que mi cambio de actitud también pasa por aceptar que no le caigo bien o, más bien, que sea que no le gustan ciertas actitudes mías poco adecuadas para salir del bache en el que estoy. Quiero pensar que es esto último y que precisamente eso es lo que va a promover mi cambio pero es muy duro darte cuenta de todo eso. Piensas que con ese fallo no te pueden querer o no pueden cambiar esa primera impresión que se hicieron sobre ti. Yo creo que son estas ideas las que debo desechar. No sé si esto es lo normal del proceso, si le pasa a todo el mundo, y no sé cómo preguntárselo ( me refiero a que todo cliente muestra su parte menos agradable, y además que es necesario hacerlo para evolucionar. El psicólogo tiene que ver todas tus partes menos agradables para que se de tu cambio? Me gustaría poder preguntarle esto a mi psicólogo)
        Puedo pensar que en mi mano está cambiar esa actitud mía y olvidar ese dolor. Pensar que en cualquier relación, del tipo que sea, aparece esa parte del otro que menos gusta pero no por ello uno dejar de querer al otro ni el otro a ti; en este caso la relación psicólogo/clienta.
        Él ha visto esa parte mía en la que soy pesada, aburrida, etc, y yo he visto su parte menos amable conmigo a la hora de hacérmelo saber; realmente es eso lo que me duele. No me lo podía haber dicho de otra manera o en realidad es que no había otra manera más suave de hacerlo? O lo ha intentado pero yo no me he dado por aludida? . Sea como sea está bien aceptarlo. Lo tomo como un signo de madurez por mi parte, no como una manera de conformarme y ya pensar que la relación no puede ser de calidad (realmente es una de mis dificultades fuera de consulta)
        Todas estas preguntas se las puedo hacer a él; hacerlo con respeto; pero me da mucha vergüenza. Sin embargo no tengo que avergonzarme, estoy aprendiendo a tener mejores relaciones y para eso es necesario hablar. Y qué mejor que empezar a practicar con él.

        Muchas gracias Cristina por permitirme este espacio. Me siento mucho mejor. Parece que conforme te escribo las ideas se vuelven más claras.

        Un saludo muy cordial.

  2. Muy buenas me gustaría saber a que te refieres cuando dices:
    “sino que nuestra tarea está en reaccionar ante ese comportamiento/actitud de una forma diferente a como lo hacen los demás”
    Yo me siento muy identificado con lo que dice Ana. Yo noto la cara de hastío de mi terapeuta como si le aburriera o le incomodara mi presencia y a veces cambia su actitud queriendo ser (supongo) severa, aunque a mi me resulta grosero, violento y me incómoda tanto que quiero agredirla o salir corriendo no antes de haberle dicho unas cuantas barbaridades. Y otra pregunta.
    ¿Debo aguantar esta actitud por muy buena terapeuta que sea?
    Tu respuesta es un poco “si no te gusta te aguantas” disculpame pero no veo la empatia de la que hablan los terapeutas por ningún lado.

    • Hola Alejandro:
      Te contesto un poco lo que le contesté a Ana: ¿te está ayudando tu terapeuta? Si es que sí, entonces mi consejo es que hables con ella esto que te incomoda. Si es que no, puedes hablarlo igualmente pero tal vez la relación terapéutica ya esté rota.
      Disculpa si desde mis palabras has entendido eso de “si no te gusta, te aguantas” porque nada más lejos de mi pensamiento. Al contrario, creo que si el paciente no se encuentra cómodo ni seguro en terapia, es difícil que pueda mejorar (y el conseguir que se sienta así es parte del trabajo del terapeuta) y por lo tanto lo más adecuado es trabajar para que uno se sienta así y si no, probar con otra persona diferente.

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