Te traigo a mi hijo a ver si le sacas algo
En estos casos, lo tenemos claro. En primer lugar, agradecemos su presencia y empatizamos, sinceramente, con su situación. Vamos, con el marrón en el que están metidos, tratando de hacer un resumen en con el que sientan que comprendemos lo incómodo del momento. Damos permiso para no contestar a lo que no quieran, o incluso para no abrir la boca. A estas alturas, suele haber caído ya alguna sonrisa de complicidad. Desde luego, les sorprende no llevar ya 10 minutos de sermón sobre lo mal que lo están haciendo o sobre lo mal que lo están pasando sus padres. Finalmente, tratamos de buscar un objetivo válido para ellos. Ya que están aquí, ¿podemos ayudarles en algo? Muchas veces el “sacarme del medio a mis padres” no es más que la otra cara de la moneda del objetivo perseguido por sus progenitores. Así pues, tendríamos ya a las dos partes dispuestas a trabajar en la misma dirección. Por supuesto, esta es la mejor de las situaciones y no siempre llegamos a este punto.
Siento avisar tan tarde pero no puedo ir…
La mayor parte de los pacientes que no pueden acudir a las citas programadas avisan con un tiempo suficiente como para poder citar a otra persona en su lugar o para poder planificar ese tiempo que queda en blanco.
Porque, obviamente, en psicoterapia las citas no son cada diez minutos como en otras especialidades sanitarias, y una hora puede suponer mucho, sobretodo si ocurre de forma recurrente, como nos ha pasado con algún paciente.
Nosotras no lo hacemos así pero hay terapeutas que cobran las sesiones por adelantado y, en cierto modo, tiene sentido ya que es un tiempo que puede conllevar incluso trabajo previo perdido.
Preguntar por cuestiones incómodas
¿Cuánto tiempo llevamos?
Llamadas con formato de sesión
De vez en cuando recibimos llamadas de pacientes que estamos atendiendo o que vamos a atender por primera vez en las que el objeto de la misma es adelantar información clínica o relevante para la resolución de los problemas que después plantearán. En general, no nos gusta recibir esta información vía telefónica, por varias razones: la primera es que el equipo terapéutico se la está perdiendo. La segunda tiene que ver con la incomodidad que resultaría tener información en la cabeza en la siguiente sesión que no podemos utilizar ya que hay otros miembros del sistema familiar que no saben de la llamada (esto pasa sobretodo cuando en la llamada especifican que quieren hablar de algo porque no lo quieren comentar delante de otro miembro de la familia). Permitir esto siempre acaba suponiendo un obstáculo porque, entre otras cosas, el familiar que no sabe de la llamada puede interpretar que existe una alianza entre el terapeuta y el familiar que llama, con los inconvenientes que eso supone. Ademas, ¿para qué tener información que no podemos utilizar? Estas situaciones las resolvemos pidiendo “apartes” con los miembros de la familia que lo soliciten, o incluso partiendo de una necesidad del equipo, pero siempre dejando a todos los miembros de la familia que conozcan que estos “encuentros” han ocurrido.
¿Se os ocurre alguna solución sencilla más para un problema incómodo? No dudéis en compartir!
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