5 soluciones sencillas para situaciones incómodas

Psicoterapia

En consulta, hay situaciones incómodas que pueden resolverse con soluciones bastante simples que hemos ido aprendiendo con el tiempo.

Te traigo a mi hijo a ver si le sacas algo

Es muy incómodo tener delante a una persona que no tiene el más mínimo deseo de abrir la boca, es más, su presencia en consulta suele ser ya un favor. No es específico de una situación terapéutica, hablar con alguien por obligación resulta incómodo en cualquier contexto.
En estos casos, lo tenemos claro. En primer lugar, agradecemos su presencia y empatizamos, sinceramente, con su situación. Vamos, con el marrón en el que están metidos, tratando de hacer un resumen en con el que sientan que comprendemos lo incómodo del momento. Damos permiso para no contestar a lo que no quieran, o incluso para no abrir la boca. A estas alturas, suele haber caído ya alguna sonrisa de complicidad. Desde luego, les sorprende no llevar ya 10 minutos de sermón sobre lo mal que lo están haciendo o sobre lo mal que lo están pasando sus padres. Finalmente, tratamos de buscar un objetivo válido para ellos. Ya que están aquí, ¿podemos ayudarles en algo? Muchas veces el “sacarme del medio a mis padres” no es más que la otra cara de la moneda del objetivo perseguido por  sus progenitores. Así pues, tendríamos ya a las dos partes dispuestas a trabajar en la misma dirección. Por supuesto, esta es la mejor de las situaciones y no siempre llegamos a este punto.

Siento avisar tan tarde pero no puedo ir…

La mayor parte de los pacientes que no pueden acudir a las citas programadas avisan con un tiempo suficiente como para poder citar a otra persona en su lugar o para poder planificar ese tiempo que queda en blanco.

Porque, obviamente, en psicoterapia las citas no son cada diez minutos como en otras especialidades sanitarias, y una hora puede suponer mucho, sobretodo si ocurre de forma recurrente, como nos ha pasado con algún paciente.

Nosotras no lo hacemos así pero hay terapeutas que cobran las sesiones por adelantado y, en cierto modo, tiene sentido ya que es un tiempo que puede conllevar incluso trabajo previo perdido.

Preguntar por cuestiones incómodas

Hay veces que explorar ciertas cuestiones puede resultar incómodo pero que no se pueden dejar pasar por su relevancia clínica. En estos casos, resulta útil emplear la fórmula “algunas personas en tu situación… no sé si a ti te ha pasado” permitiendo que la persona se sienta liberada para dar esa información, sabiendo que no va a impactar con ella al terapeuta.

¿Cuánto tiempo llevamos?

Yo soy de ese tipo de personas que sustituí el reloj de pulsera (y casi todo artilugio) por el móvil. Pero claro, en consulta no es cuestión de sacarlo a relucir. Tenemos una maldición especial con los relojes de pared que hemos ido instalando, al final ninguno funcionó, así que encontré la mejor y más discreta forma de ubicarme temporalmente en medio de una sesión: el reloj del paciente. Resulta que, además de sencillo, resulta una forma muy discreta de saber qué hora es. Siempre me pareció que es incómodo para el paciente ver como el terapeuta consulta la hora, como si hubiera un tiempo especificado al que hay que llegar o a partir del cual no se puede seguir. A mi me gusta consultarlo para ir temporizando la sesión, para que no me quede corta en algunos aspectos o demasiado extensa en otros y la mirada en la muñeca del paciente no es nada delatora. Solución eficaz siempre y cuando traigan reloj, claro. Y sino, tenemos el plan B: llamada del equipo terapéutico para “informar” de cómo vamos.

Llamadas con formato de sesión

De vez en cuando recibimos llamadas de pacientes que estamos atendiendo o que vamos a atender por primera vez en las que el objeto de la misma es adelantar información clínica o relevante para la resolución de los problemas que después plantearán. En general, no nos gusta recibir esta información vía telefónica, por varias razones: la primera es que el equipo terapéutico se la está perdiendo. La segunda tiene que ver con la incomodidad que resultaría tener información en la cabeza en la siguiente sesión que no podemos utilizar ya que hay otros miembros del sistema familiar que no saben de la llamada (esto pasa sobretodo cuando en la llamada especifican que quieren hablar de algo porque no lo quieren comentar delante de otro miembro de la familia). Permitir esto siempre acaba suponiendo un obstáculo porque, entre otras cosas, el familiar que no sabe de la llamada puede interpretar que existe una alianza entre el terapeuta y el familiar que llama, con los inconvenientes que eso supone. Ademas, ¿para qué tener información que no podemos utilizar? Estas situaciones las resolvemos pidiendo “apartes” con los miembros de la familia que lo soliciten, o incluso partiendo de una necesidad del equipo, pero siempre dejando a todos los miembros de la familia que conozcan que estos “encuentros” han ocurrido.

¿Se os ocurre alguna solución sencilla más para un problema incómodo? No dudéis en compartir!

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