Durante todos estos años que llevo trabajando, he tenido supervisores de todo tipo: malos, regulares, buenos y excelentes.
He tenido supervisores que me han ayudado muchísimo con mis casos, otros que ni fu ni fa y otros que era mejor no haberles contado nada.
Como ya comenté en el post anterior, la supervisión es algo que deberíamos retomar de manera sistemática como parte del proceso de aprendizaje. Debería ser un imprescindible en la “Guía del buen psicólogo.”
Sin embargo, no vale cualquiera para ese puesto. Esta semana he estado reflexionando acerca de lo que yo busco en un buen supervisor. Por supuesto, esto es algo totalmente subjetivo y seguro que hay otros factores a tener en cuenta pero por lo menos en mi caso, estas son las cuatro características principales que tendría que tener un supervisor.
Que tenga experiencia
Que la persona que te vaya a supervisar tenga que tener experiencia en la práctica clínica parece una cuestión obvia pero la realidad me ha dicho lo contrario.
Para que la supervisión tenga sentido, el supervisor ha de haber atendido (o estar atendiendo) a pacientes reales.
Ha de saber que no todo es tan sencillo como lo pintan en algunos manuales y que los pacientes no saben comportarse como “pacientes de libro.”
Así que un supervisor ideal sería aquel que haya estado en algún momento en una posición similar a la tuya.
Que te resulte útil
Una buena sesión de supervisión es aquella en la que sales con alguna idea sobre qué hacer con el caso que has llevado.
De nada sirve hablar y hablar sobre lo que le ocurre durante horas sin llegar a ninguna conclusión. Una supervisión no debería ser sólo para tu descarga emocional, debería servir también para que aprendas herramientas en el manejo de casos.
Sé que hay pacientes que nos pueden a “agobiar” un poco y necesitamos contarle a alguien lo que ocurre en consulta y poco más. La diferencia entre una descarga emocional con un colega y con un supervisor es que con el primero te sentirás aliviado y con el segundo además tendrás alguna idea de cómo afrontarlo de manera diferente.
Que no te haga sentirte mal
Si solicitas los servicios de un supervisor es porque eres consciente de que no estás preparado para ayudar a tus pacientes como te gustaría.
Es decir, necesitas a alguien que te eche una mano y no a alguien que sólo te diga lo que has hecho mal y cómo tendrías que haberlo hecho mejor.
Un buen supervisor trabajará con lo que tú ya hayas hecho con ese paciente, y te sugerirá un camino a seguir a partir de ese punto.
Si después de la sesión de supervisión sientes que lo has hecho todo mal y que no hay remedio, es que algo está fallando.
Que habléis un lenguaje similar
Con esto me refiero a que vuestro marco teórico sea similar. Ojo que no digo idéntico pero sí que al menos tengáis una manera parecida de ver los problemas de salud mental y de cómo abordarlos.
Esta condición está en último lugar porque no la considero un requisito fundamental. Yo he tenido supervisoras cuya teoría de referencia era el psicoanálisis y sí me resultaron útiles sus recomendaciones.
Lo que sí teníamos en común era una mirada despatologizadora de los pacientes y con eso ya era suficiente para entendernos.
Como ves, son cuatro características muy generales que se pueden aplicar a muchos terapeutas. Lo que para ti puede ser un buen supervisor, para otra persona puede no resultarle tan útil.
Al final, lo importante es que te encuentres cómodo con su manera de ver la psicoterapia, que sepa escucharte y que confíes en su criterio para guiarte con tus pacientes.
Muy buen post .comparto los cuatro. Gracias.????